En torno a la reforma laboral

Mundo · José Ramón de Espínola
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12 febrero 2012
La reforma del mercado laboral aprobada este viernes por el Gobierno aborda muchos temas (contrato indefinido para emprendedores, contrato de formación y aprendizaje, derecho de formación, reducción de costes de despido, aumento de la flexibilización interna, cambios de la negociación colectiva, lucha contra el fraude y absentismo laboral, etc.), aunque no todos los posibles y necesarios. Va en la buena dirección, pero no es definitiva, ninguna lo puede ser. En esta materia necesariamente debe funcionar un proceso de prueba y error, que dé paso a revisiones y correcciones a medida que se evalúan sus efectos.

Yo veo que faltan medidas que potencien las políticas activas del mercado laboral, servicios de empleo incluidos (aspecto que diferencia a España de los países más avanzados de Europa en relaciones laborales, los países nórdicos). Y a esta reforma deberán acompañar medidas que incentiven una formación de salarios y dividendos acorde con la evolución de la productividad, olvidando la indexación con el IPC.

No cabe esperar de esta reforma efectos inmediatos sobre el empleo. Sencillamente porque la demanda de trabajo no depende sólo de la regulación del mercado laboral, sino de otras muchas variables que determinan el ritmo de crecimiento de la demanda agregada de bienes y servicios y de la evolución del PIB. Sólo cuando el PIB crezca a tasas positivas (por encima del 1,5%-2%) podrá crearse empleo neto. Y ello depende de variables exógenas (en nivel de crecimiento de los países europeos) y de factores endógenos.

Al respecto, cabe recordar la importancia de que la Eurozona replantee sus exigencias y su política económica y financiera (¿lo entenderán los alemanes?); y en España la importancia del ajuste del sector financiero, que está muy tocado por sus excesos (tal vez no sean suficientes los 50.000 millones de euros planteados por De Guindos), el ajuste del sector público (con una recaudación fiscal muy tocada por la crisis, ajuste que va a requerir más de dos años, pues el objetivo de 2013 es una quimera contraproducente), el ajuste del sector inmobiliario (que no será rápido, llevará años) y el ajuste de la competitividad de los sectores exportadores (que requiere devaluación interna, es decir, ajuste de precios y salarios, ajuste en marcha pero que precisa tiempo).

Tenemos crisis para rato, pero esta reforma laboral y otras reformas (fiscal, administrativa, fomento de la competencia, etc.) y ajustes realizados con inteligencia y equidad (todos debemos contribuir al ajuste, incluidas las rentas que no tributan por el IRPF) son necesarios. Porque a medio y largo plazo España necesita cambiar su modelo de crecimiento (patrón de gasto, modelo productivo, pautas de formación de rentas y precios), si queremos salir de este hoyo profundo y evitar que de modo recurrente España padezca insoportables cifras de paro.

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