El opio del pueblo
Como viene contando desde hace varios días Páginas Digital a través de testimonios de la vida pública, la política no es solo cosa de políticos o técnicos, no ha de ser un voto cada cuatro años y ya está, no. La política es de todos.
En los últimos años hemos volcado nuestro dinamismo en algo que verdaderamente se está convirtiendo en una religión. El fútbol. Dios es Messi, Mourinho un profeta y el Bernabéu o el Camp Nou verdaderos templos de culto. Además, aquí no hay alguien que entienda más que alguien, como recientemente me comentaba un buen amigo que lleva mucho tiempo en esto. Efectivamente, nos dedicamos a desgastar todo tipo de energías en insultar y descalificar a este u otro futbolista; los árbitros no deberían existir y, por supuesto, a aquel periodista que no diga lo que a mí me apetece, poco más y camino de la hoguera. Así nos va.
No quiero destruir sino construir. Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. En los últimos años hemos aparcado en zona verde un camión del que hoy nos están llegando multas muy caras. Hablo de la democracia y la Constitución, sí, esas que ni se consiguen solas y no se mantienen por inercia.
Nos parecen más atractivos los entretenimientos. En la vida de la persona hay entretenimientos y obligaciones. Lo mismo que trabajas y sales por ahí de paseo o a cenar con amigos, hace tiempo que la sociedad española le debiera haber pedido a la política estar a un nuevo nivel. Pero ¿qué estaré diciendo? Nos escandaliza más que no piten un penalti que la crisis haya pasado a un segundo plano por culpa de la corrupción política. Por algo será.
Ha llegado el momento de recolocar preocupaciones y energías. Tiempo de hablar de las cuestiones que afectan al significado del comportamiento personal y social. La solución no es ni el silencio ni la antipolítica, sino la recuperación de la misma. Regenerar nuestro país es cosa de todos.
En las últimas semanas se han sobrepasado muchas líneas en deporte y contra el periodismo, fundamentalmente la del respeto. Porque de una forma u otra este pequeño frasco de democracia como son libertad y derecho de información son asaltados y despreciados por la propia sociedad.
Mientras se desea mandar a pastar a muchos, crisis y corrupción pasean en Ferrari por España y a nosotros nos da igual.