El nuevo negocio inmobiliario de los grupos extremistas
¿Cuál es la diferencia entre el Estado islámico y Al-Qaeda? Es una pregunta que muchos se hacen durante los últimos meses. Y la respuesta es una: Al-Qaeda era un grupo disperso por todo el mundo musulmán, mientras que el IS razona como un Estado.
Tras la explotación de los pozos petrolíferos cerca de Mosul, de los campos agrícolas de Al-Raqqa y el contrabando de armas y droga, el Estado islámico ha abierto un nuevo negocio: el inmobiliario. La caza de minorías cristianas, yazidís y chiítas en Mosul y los poblados de la llanura de Nínive ha dejado en manos de los hombres de Abu Bakr al-Baghdadi una cantidad enorme de inmuebles, pequeñas industrias, terrenos y otras propiedades inmobiliarias. Según el Estado social islámico, las propiedades conquistadas pasarían a formar parte del Bayr al-Mal, el fondo público destinado al funcionamiento de las políticas de desarrollo. De momento, el Estado islámico está recaudando varios impuestos y tasas a la población que está bajo su control para hacer funcionar la maquinaria estatal, actuando de hecho como si de una autoridad municipal se tratara.
La existencia de tales propiedades en manos de los terroristas islámicos de Abu Bakr al-Baghdadi representa una suculenta fuente de financiación para el IS, casi parecida a los ingresos por la venta de petróleo en el mercado negro. Según la página web iraquí Niqash, el Estado islámico está pensando en subastar los inmuebles. Durante estos meses, los extremistas ya habrían realizado un inventario completo de las propiedades, comparándolas con los documentos oficiales de los organismos municipales. Algunas subastas ya se habrían producido durante los últimos días, pero según citan algunos de Abu Harun, un agente inmobiliario, muchos empresarios del sector no tienen ninguna intención de participar en ellas, al tratarse de propiedades adquiridas por la fuerza, lo que sería contrario al islam. Otros aducen motivos legales para no acudir a las subastas, a pesar de que en este momento el IS es la autoridad de la zona.
Para Mohammed Alla, abogado y ex residente de Mosul, el plan puesto en marcha por el IS no es casual, sino más bien el fruto de un cálculo previamente estudiado mucho antes de la toma de Mosul. “Cuando el IS llegó a la ciudad, ya contaba con informes muy detallados sobre su patrimonio inmobiliario. No es casual que en las primeras horas de su ocupación de la ciudad, ya hubieran marcado los inmuebles pertenecientes a los cristianos y confiscado las propiedades de funcionarios públicos y personal de seguridad. También sabían quiénes eran los musulmanes que vivían en las casas de propiedad cristiana, e invitaron a los inquilinos a empezar a pagar el alquiler al IS”.
Estas declaraciones demuestran que los hombres del IS estaban presentes en Mosul mucho antes de la invasión de junio de 2014. Las oficinas de control y registro de la propiedad en la provincia de Nínive ya sufrieron los primeros ataques en 2006, con el asesinato del administrador de la sede. Tras la muerte del funcionario, los extremistas siguieron amenazando y eliminando físicamente a los empleados y equipos de la institución. Eso explica por qué los empleados preferían hacer cualquier otro tipo de trabajo antes que registrar propiedades. En los meses previos a la caída de Mosul, hubo varios casos de fraude e intimidación contra empresarios y propietarios de inmuebles.
En mayo, los extremistas llegaron a obligar a los funcionarios locales a vender inmuebles a los cristianos, afirmando que ya no tenían derecho a la propiedad, lo que dio lugar a una caza de los agentes que se negaban a cometer estas ilegalidades, quienes en muchos casos terminaban muriendo. Los hombres del IS colocaron dentro de estas oficinas a sus propios funcionarios al menos dos meses antes de la caída de Mosul y cuando las columnas armadas del Estado islámico llegaron a la ciudad, ellos ya tenían en sus manos los planos donde se identificaban todas las propiedades inmobiliarias, viviendas, comercios, empresas y campos de cultivo.