Cuando los humanos y los neandertales convivieron

Mundo · Nicolás Jouve
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28 octubre 2014
El origen más reciente de nuestra especie se ha estimado en hace unos 150.000 años en África. Desde su aparición el hombre moderno Homo sapiens compartió su existencia con ancestros y parientes próximos del género Homo más antiguos que él mismo, primero en África y después en los lugares de emigración hacia Europa y Asia.

El origen más reciente de nuestra especie se ha estimado en hace unos 150.000 años en África. Desde su aparición el hombre moderno Homo sapiens compartió su existencia con ancestros y parientes próximos del género Homo más antiguos que él mismo, primero en África y después en los lugares de emigración hacia Europa y Asia.

Sigue siendo aun hoy un enigma las causas de la desaparición de los neandertales, nuestros parientes homínidos más próximos. Las hipótesis más probables lo achacan a sus carencias de adaptación a un medio hostil debido a cambios climáticos y erupciones volcánicas que acaecieron en Europa y Asia hace unos 40.000 años, que debieron afectar a la vegetación y provocar un descenso importante de mamíferos herbívoros. Esto induciría la disminución del sustento de los neandertales, que cazaban grandes mamíferos para obtener alimento y por ende conduciría a su extinción. Sabemos que los neandertales salieron de África hacia el Oriente Medio hace unos 400.000 años y que desde allí se expandieron hacia oriente y occidente. Hace unos 60.000 años, los Homo sapiens, también originarios de África, siguieron el mismo camino y del mismo modo se asentaron en Oriente Medio y luego se expandieron por Europa y Asía, conviviendo con los neandertales en múltiples lugares durante miles de años.

El modo de convivencia entre estas dos oleadas de Homo ha despertado un vivo interés desde el descubrimiento de los primeros restos fósiles de los neandertales hace unos 150 años en el valle de Neander, cerca de la población alemana de Dusseldorf. Algunas teorías proponen que los humanos modernos desempeñaron un papel crucial en la desaparición de los neandertales, tal vez por competencia, guerra o mestizaje, pero una serie de preguntas constituyeron desde el principio unas interesantes incógnitas científicas: ¿cuál era el grado de parentesco entre los sapiens y los neandertales?, ¿se llegaron a cruzar?, ¿eran o no realmente especies diferentes?

En 2008 se descubrieron unos restos humanos de Homo sapiens en la ribera de un río en Ust`-Ishim, una localidad próxima a Danisova en Siberia occidental (Rusia). Concretamente se halló un hueso de fémur de un varón “cazador-recolector”. Un par de años después, se hallaron nuevos restos fósiles de neandertales en unas cuevas en Danisova. El ADN del fémur del hombre de Ust`-Ishim, estaba muy bien conservado y mediante la prueba de radiocarbono se pudo datar la existencia de este humano en hace unos 45.000 años. Además este fémur se ha convertido en la fuente de ADN de nuestra especie más antigua cuya información -la secuenciada de las bases nucleotídicas- ha podido ser desvelada. Por supuesto existen restos humanos fósiles más antiguos que el del hombre de Ust`-Ishim, pero el deterioro y contaminación de su ADN hacía imposible el abordaje de su secuenciación.

Desde hace más de 30 años, el equipo de científicos dirigido por el genetista sueco Svante Pääbo, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania), ha trabajado en el desarrollo de herramientas moleculares para extraer y secuenciar el ADN de restos fósiles con unas técnicas que han ido mejorando de forma sustancial. De este modo, lograron desvelar el genoma de las muestras de neandertal de un hueso de dedo bien conservado de un neandertal de Danisova [1]. La comparación de este genoma con el de los humanos, demostró que compartimos un antepasado común, que vivió probablemente hace unos 600.000 años. Con las mismas técnicas se secuenció el genoma del hombre de Ust`-Ishim por el grupo de David Reich del Departmento de Genética de la Facultad de Medicina de Boston, Massachusetts (EE.UU.) [2].

Estos trabajos han permitido conocer más y mejor sobre la migración de los seres humanos modernos de África a Europa, Asia y más allá, así como el encuentro sexual de los neandertales y los antiguos humanos. Lo más interesante del estudio comparado de los genomas es que los sapiens, tanto el hombre de Ust`-Ishim como los humanos modernos euroasiáticos conservan un 2% de ADN procedente de Neandertal, lo que demuestra que en la etapa de convivencia debió haber un intercambio sexual entre ambos tipos de poblaciones. Los expertos opinan que el hombre de Ust’-Ishim debió pertenecer probablemente a un grupo de humanos que dejó África hace más de 50.000 años para poblar el resto del mundo y que después se extinguió.

Hasta ahora se creía que los intercambios genéticos debieron ocurrir en un período entre 37.000 y 86.000 años, pero el estudio de los segmentos comunes del genoma del hombre de Ust`-Ishim y los neandertales permite precisar que el encuentro debió suceder en un período que media entre 50.000 y 60.000 años. Este dato se calcula utilizando el “reloj molecular” basado en la pérdida de regiones cromosómicas debidas a recombinación a lo largo de las generaciones. De este modo, se estimó que la etapa del intercambio por hibridación debió tener lugar durante un periodo de convivencia de unos 7.000 a 13.000 años correspondiente a unas 230 a 400 generaciones. El período del intercambio genético más probable entre 50.000 y 60.000 años, corresponde al momento en que los ancestros de todos los sapiens, incluidos los del hombre de Ust’-Ishim, estaban asentados en el Oriente Medio desde donde luego se extendieron hacia Oriente y Occidente. Todo hace suponer que es ahí cuando y donde se encontraron y convivieron los neandertales y los sapiens.

El hecho de que miembros de ambos tipos de poblaciones se cruzasen en los reencuentros ocasionales en los lugares a los que emigraron pone de manifiesto la falta de establecimiento de mecanismos genéticos eficaces de aislamiento reproductor. El significado biológico de esto es que si hubo hibridaciones y los descendientes fueron fértiles y a su vez dejaron descendientes con el sello genómico de los parentales, es porque ambos grupos de población no eran especies diferentes. Neandertales y sapiens constituían formas humanas separadas y diversificadas pero aún capaces de compartir su acervo genético. Si esto fue así, a lo sumo se podría hablar de subespecies: Homo sapiens sapiens y H. sapiens Neanderthalensis o simplemente de poblaciones pretéritamente aisladas en vías de una especiación que no llegó a consolidarse.

En otros estudios realizados por el genetista sueco Svante Pääbo, que incluían muestras de ADN del hombre moderno procedentes de Francia, África, China y Papúa-Nueva Guinea en el Pacífico sur, se ha demostrado que el genoma neandertal ha dejado una huella de hasta un 6% en el genoma de las actuales poblaciones humanas de la Melanesia y Norte y Nordeste de Australia [3]. Sin embargo, ninguna en las poblaciones de Homo sapiens africanas actuales presenta secuencias de ADN comunes con los Neandertales. Un dato demostrativo de que fue tras la emigración hacia el norte, ya fuera de África, donde se encontraron y convivieron los neandertales y los sapiens.

Estas investigaciones ponen de relieve la posibilidad de hacer una auténtica “arqueología molecular” basada en el estudio de los genomas. Se pone de relieve el interés de los estudios genómicos para solucionar preguntas aparentemente insuperables sobre la evolución humana, y por extensión de los restantes homínidos. Poco a poco, sin necesidad de viajar en una máquina del tiempo, las potentes herramientas del análisis de las secuencias del ADN genómico nos irán desvelando la historia evolutiva del complejo mundo de la vida.

[1] Meyer, M., Kircher, M., Gansauge, M-T.,… PÁÁbo, S, (2012). A high coverage genome sequence from an archaic denisovan individual. Science. Oct 12, 2012; 338(6104): 222–226.

[2] Fu Q, Li H, Moorjani, P…, Reich, D. et al. (2014) Genome sequence of a 45,000-year-old modern human from western Siberia, Nature, 514, 445–449 (23 October 2014) doi:10.1038/nature13810

[3] Reich, D., Patterson, N., Kircher, M., Pääbo, S., et al. (2011) «Denisova admixture and the first modern human dispersals into Southeast Asia and Oceania». Am J Hum Genet. Oct 7;89(4):516-28.

Nicolás Jouve es presidente de CiViCa.

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