Cinco caminos para la Unión

Mundo · Ángel Satué
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7 marzo 2017
La pasada semana el presidente de la Comisión Europea, del Partido Popular europeo, Jean-Claude Juncker, presentó un Libro Blanco sobre los 5 escenarios políticos posibles que tiene la Unión Europea ante sí la próxima década. No una visión, sino nada más y nada menos que cinco caminos posibles. Los medios y los tertulianos apenas han dedicado unos minutos a este asunto fundamental para una Europa libre, en paz y próspera.

La pasada semana el presidente de la Comisión Europea, del Partido Popular europeo, Jean-Claude Juncker, presentó un Libro Blanco sobre los 5 escenarios políticos posibles que tiene la Unión Europea ante sí la próxima década. No una visión, sino nada más y nada menos que cinco caminos posibles. Los medios y los tertulianos apenas han dedicado unos minutos a este asunto fundamental para una Europa libre, en paz y próspera.

Los escenarios aventurados son: (1) “Sigamos así”. Avanzar como hasta ahora. Poco a poco. Con el riesgo muy probable de que una crisis aún mayor que las vividas acabe con la Unión para siempre; (2) “Nada, excepto el mercado interior”. Amarrarse a una unión de mercaderes; (3) “Los que quieren más, hacen más”. Aprovechar el Tratado de Lisboa, y seguir la estela de las cooperaciones reforzadas en los sectores más importantes –bancario, defensa, justicia–; (4) Consensuar prioridades, abandonando pretensiones sobre áreas como el desarrollo regional, la salud pública, las políticas sociales y de empleo, donde los estados tienen mayor valor añadido –en mi opinión, el título de “Hacer menos más eficientemente” no está bien traído–; (5) “Hacer más todos juntos”, en una clara vía federal, o unionista, basada en la cesión de soberanía de los estados a Bruselas.

Los escenarios 3º y 4º son los más probables, según las declaraciones de Juncker y Merkel, pero se echa en falta la mención a la subsidiariedad y a la solidaridad en cualquiera de los cinco escenarios, como si apostar por el 5º supusiera apostar por un estado centralista, o apostar por el 2º por un mercado común europeo, solo.

Por cierto, ¿a que echa de menos saber cómo es Juncker, amable lector, y está pensando que no tiene elementos de juicio, pero que si se hablara de Pablo, Mariano o Albert sería otra cosa? Esto es lo que está en juego. Saber más de Europa porque nos interese más.

Sin duda, Juncker abre la veda para la política. Esto ya es noticia. Política a calzón quitado. ¿Se imaginan a Rajoy esbozando un documento parecido? Sería el éxtasis de los nacionalistas. El fin de Rajoy también en esta España cainita. Se podrá criticar el contenido (¿estamos para escenarios ahora?), el momento (¿tras el Brexit?), las formas (¿un Libro Blanco?), la ausencia de redoble de tambores previo o actividad mediática suficiente que calara en la opinión pública europea… pero ahí está un político haciendo política con un estilo, por cierto, muy inglés, a pesar del Brexit.

Es política porque se trata de comenzar a debatir a escala europea sobre el papel de Europa en el mundo, qué rol en materia de seguridad quiere tener, cómo va a abordar su modelo de bienestar –si a escala nacional o a escala europea–, y su sostenibilidad, así sobre cómo va regular el sector bancario y financiero. Ahora bien, abrir este debate exige buenas dotes de liderazgo, porque es la primera vez que se recuerde que la Comisión admite que exista la posibilidad de ir hacia atrás, en un momento tan crucial, si bien, asumiendo la unidad de los 27, en lo que sea posiblemente una jugada estratégica que podría llamarse: “Iremos a menos, pero todos juntos. O iremos a más, aunque sea unos pocos”.

El documento nace con la vista puesta en el 25 de marzo, en Roma, cuando se celebrarán por todo lo alto los 60 años de los Tratados de Roma, que pusieron en marcha el edificio europeo, y culminará con un pronunciamiento del Consejo europeo en diciembre de este año.

Sin embargo, me pregunto si tendríamos sobre la mesa este documento de no ser por la aún visible sombra de la crisis económica, cuyas secuelas sociales y dramas personales son tan visibles que han sido el detonante para la aparición de populismos y el enardecimiento de la xenofobia, el nacionalismo y el proteccionismo; o de no haber rugido con fuerza el terrorismo, atacando Europa (por europeos de tradición musulmana, en absoluto integrados); o de no ser por nuestro menguante peso demográfico –del 25% en 1900 al 4% en 2060– en el mundo; o por un PIB que pasará en poco años del actual 26% al 22% en 2030, del globo; o por la amenaza rusa por el este y las consabidas (y pesadas para todos) sanciones; o la deuda griega; o por las presiones migratorias en ascenso sobre las fronteras; o de no haber existido el Brexit ni ser posible el Frexit.

Junker dice, sorprendentemente, que dará su “visión personal” sobre los 5 escenarios en su Discurso sobre el Estado de la Unión el próximo mes de septiembre. Para entonces, en Francia podría haberse anunciado la celebración de un referéndum tipo Brexit (el Frexit) y estaremos en vísperas de la celebración de las elecciones alemanas que, sin duda, querrá condicionar con sus declaraciones (¿o más bien hablará Merkel por boca de Junker?).

Desde luego, un presidente que pospone su visión personal y que lanza el Libro Blanco y esconde la mano, lo que parece es un político débil, que hace la política “comunitaria” de antaño mientras que hogaño se precisa de otras formas, porque simplemente todo ha cambiado, y nosotros, sobre todo nosotros, hemos dejado de ser vírgenes en política europea.

Es lo bueno y es lo malo de comer del árbol de la ciencia, que uno se levanta sabiendo que no sabe nada, y que Juncker no es capaz de liderar este proceso si comienza con estos remilgos o, ¿acaso es una estrategia para no vincular las críticas hacia el Libro Blanco con su persona?

Europa no está en los tiempos de Omaha Beach, y mucho menos de partidos salvaeuropas, pero es triste que los escenarios europeos dependan de una serie de elecciones nacionales, planteadas en clave nacional. Más bien está en los tiempos de cada persona, y de que esa misma libertad de cada persona sea capaz de reformar todas las carencias de la Unión Europea, que ciertamente son muchas, pero sin necesidad de volver a empezar de nuevo, como si el esfuerzo realizado hasta la fecha por generaciones de europeos no hubiera sucedido para bien.

Se trata de una batalla cultural que los europeos deben dar. Volcarse con la Unión. Hacerse presentes en los demás países europeos. Ahora, más que nunca, deben lanzarse programas cooperativos europeos e iniciativas de toda índole. Europa debe hacerse presente, porque es parte de la solución. No debe haber enfrentamiento, sino seguir avanzando en la unidad. Es una oportunidad para el encuentro, no para la revuelta callejera, y sucede con los europeos como con los cristianos, primero debe haber pueblo.

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