China, un nuevo desafío para la OTAN

Entrevistas · Francisco Medina
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22 julio 2022
Dialogamos con Javier Gil, que ha participado en la Cumbre de la OTAN celebrada el pasado mes en Madrid, acerca de las repercusiones de este nuevo Concepto Estratégico aprobado en el marco de la misma.

Esta Cumbre no es un hecho que deba pasar desapercibido. La guerra de Ucrania nos muestra que los desafíos globales también inciden en nuestra vida concreta. Por eso, es interesante poder dialogar, con un poco de distancia, acerca de un actor global que constituye un nuevo elemento de la ecuación en el panorama geopolítico de un mundo en transformación: China.

El nuevo Concepto Estratégico de la OTAN pivota en torno a la cuestión de la doble amenaza Rusia-China ¿Ha supuesto un cambio radical respecto de lo acordado en Lisboa en el año 2010?

Ciertamente. El nuevo concepto estratégico de 2022 actualiza el formulado en Lisboa en el año 2010; básicamente, adaptarse con un baño de realidad. En 2010 ya se calificaba a Rusia –a pesar de que ya había realizado incursiones bélicas– como un país con el que había que colaborar para garantizar la seguridad en el ámbito euroatlántico. Y en 2022, a causa de la invasión de Ucrania, hemos pasado a definirlo como el enemigo público número uno.

Se trata de una transformación radical porque, por vez primera, se sitúa a un estado como amenaza a un grupo de países (lo cual es algo muy serio en la propia narrativa); y, al tiempo, se abre el flanco Sur –de una forma un tanto ligera– y se cita, por primera vez, a China como competidor sistémico en el ámbito del poder global. En realidad, el nuevo concepto estratégico nos dice que, aunque Rusia sea nuestro principal objetivo, tenemos que mirar hacia Asia-Pacífico porque ahí está emergiendo un país totalitario y con el que la relación no es tan positiva como hace veinte años. Yo sí percibí esa sensación en la Cumbre: vi mucha unidad, una sensación de haber avanzado, pero, al mismo tiempo, una preocupación porque lo que viene es muy diferente a lo vivido en los últimos 20 años, sin lugar a dudas.

En el documento viene a definirse a China como un poder desafiante y habla de cómo en la cumbre de Bruselas, de junio de 2021, se había puesto hincapié en los desafíos del poder chino. ¿En qué medida justifica una reacción de la Alianza Atlántica?

Yo creo que se están anticipando un poco; sin embargo, hay que ser más realistas de lo que hemos sido estos últimos cuarenta años. El Partido Comunista ganó una guerra civil, llega al poder y empieza a “poner orden” en lo que entiende como China continental: invade el Tíbet en 1950 –con una campaña muy dura de represión, con campos de concentración, como está sucediendo ahora en Xinjiang–. Se ha intentado, por tanto, integrar en el país, con mano de hierro, los dos territorios más vastos de China, como son Tíbet y Xinjiang (que son la frontera occidental del país).

Por otro lado, se ha cerrado el ciclo sobre Hong Kong, con una Ley de Seguridad Ciudadana; ahora mismo, nadie se mueve. Todas aquellas protestas del movimiento estudiantil de hace unos años (el Umbrella Revolution) han muerto, y el acuerdo que firmaron Margaret Thatcher y Jiang Zemin hace décadas para devolver Hong Kong a China –y que ésta se comprometió, durante 50 años, a respetar el estilo de vida hongkonés– también se ha roto. Y a nivel marítimo, China está conquistando, progresivamente, un territorio que considera suyo: el mar del Sur de China.

Todo ello significa que la China actual está emergiendo y tiene un plan que consiste en hacerse con el control de un vasto territorio marítimo en la falda sur de su país; y al mismo tiempo tanto la UE como la OTAN ven que China es un país totalitario que no respeta los derechos humanos. Ello les ha hecho despertar, especialmente, con la invasión rusa de Ucrania, y darse cuenta de que la colaboración con China va a resultar muy complicada. Signo de ello es que cuatro países de Asia-Pacífico fueron invitados a la cumbre de la OTAN: Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda. Australia, en los últimos años, ha pasado de tener una cooperación económica importante con China a que dicha relación saltara por los aires; de hecho, Australia se ha echado en brazos de Estados Unidos con el AUKUS y han participado en la Cumbre de Madrid.

La cuestión de Taiwán, además…

Ésta es la cuestión: ¿Qué va a pasar? Taiwan ha vivido tres grandes crisis del estrecho, no es algo tan novedoso; y lo que antes se pensaba imposible (invadir por tierra, mar y aire, y a nivel cibernético), se ha visto que puede ser posible. Es poco probable, pero en el caso de la invasión de Ucrania, la élite rusa, por ejemplo, ha visto que los costes enormes que le puede causar son menores que los beneficios que puede obtener, como estamos viendo. Esa lectura que, hasta el día de hoy, se veía en China como algo sin sentido, peligroso y no conveniente, puede que en el futuro cambie y se decante a favor de una posible invasión. Lo cierto es que, ahora, se percibe más real esa posible guerra. Todos estos factores hacen que la OTAN no mire sólo a Rusia, sino también al Pacífico. Ésa es la clave de bóveda.

Ya habíamos hablado acerca del papel ambiguo que China, con el comienzo de la invasión rusa de Ucrania, había jugado respecto de Rusia. Que, mientras evitaba criticar a Rusia, veía erosionado su posición y su rol de mantenimiento del statu quo en Asia-Pacífico, no se hacía eco del reclamo que Josep Borrell le formulaba. Sin embargo, ahora ha reaccionado al nuevo Concepto Estratégico formulado por la OTAN, oponiéndose al mismo por estar “impregnado de la mentalidad de la Guerra Fría”. ¿Qué podemos esperar acerca de una reacción china? ¿Se puede decir que se ha vuelto a una mentalidad de bloques?

Eso sí que ha cambiado mucho. Al principio de la invasión de Ucrania, Europa miraba mucho a China para ver cómo reaccionaba a lo que estaba pasando: en un principio, China respondió con un apoyo a la integridad territorial de Ucrania, formulado de una manera muy abstracta, pero, al mismo tiempo, días antes de la invasión Rusia y China habían firmado un acuerdo de cooperación estratégica. Ahora bien, lo que sí ha cambiado, con el paso de los meses, es que China comenzó a comprar gran cantidad de petróleo, gas, otros recursos minerales sin presionar nada sobre Rusia para que ésta detenga la guerra. Lo triste es que China sí tiene el poder de influencia en Rusia, tanto económico como político. Una cosa es que la OTAN esté en tu contra; y otra es que China también lo esté y pida cambios. Mientras ese binomio no se complete, lo triste es que no se ha conseguido disuadir a Rusia para que no invada Ucrania ni para que detenga la guerra.

Parece que estamos ante una mentalidad de bloques, al estilo de la Guerra Fría…

Yo creo que sí. Hay un bloque occidental: el de las democracias liberales, las instituciones multilaterales, la libertad individual, en el que se sitúan Canadá, la OTAN, UE y muchos países de Asia-Pacífico; y otro bloque, compuesto por varios países que están emergiendo con fuerza, como China Rusia, y no están dispuestos a ceder ni a cambiar nada en su modelo. Para estos países su modelo –el autoritario– es útil; es el que les funciona y es perfecto para gestionar grandes bolsas del territorio con una gran diversidad étnica y el mejor sistema para avanzar en su desarrollo económico. Con este bloque está habiendo un choque ideológico muy potente; habrá que ver si se logra establecer algún cauce de cooperación o, por el contrario, se avanza hacia un choque, no solo en Europa sino en otros teatros de operaciones (Taiwán, el mar del Sur de China o África). Lo cierto es que vamos hacia una tensión global donde la perspectiva es negativa.

Beijing ha pasado de optar por la neutralidad a apoyar económicamente la guerra rusa con Ucrania. ¿En qué medida le beneficia a China una prolongación del conflicto y un cierto enfrentamiento con la OTAN?

A nivel económico, lo que sucede es malo para China porque su economía se está viendo afectada. No hay que olvidar que los principales socios comerciales de China están en Europa. Pero si bien eso le puede estar haciendo daño, desde el punto de vista económico, lo cierto es que las ganancias políticas están siendo positivas, desde su punto de vista, porque están resquebrajando el orden establecido y ellos lo quieren cambiar. Una cosa es cambiarlo mediante el acuerdo y el consenso -que sería lo deseable- y otra muy diferente, hacerlo a través del plomo y acero. En el caso de Rusia, ha sido muy flagrante; China, por el contrario, siempre ha sido más comedida en acciones bélicas, aunque eso tampoco le ha impedido tomar medidas de guerra contra sus enemigos. A nivel económico, por tanto, sí hay un daño; y su papel internacional también se ha erosionado esa imagen de que era un país responsable que defendía la paz y estabilidad mundial. Pero, a través del ariete ruso, sí está empujando para resquebrajar el sistema actual. Habrá que ver cómo acaba lo de Ucrania para ver si podemos retroceder a ese mundo que había antes o si definitivamente cambia.

El nuevo Concepto Estratégico explicita el recurso a los instrumentos políticos, económicos y militares para aumentar la presencia global de China y su proyección de poder en el ámbito global, ¿a qué se refiere con ello?

Básicamente, se refiere a que China, ya desde los años 90 –incluso antes– se dedica a empezar a operar económicamente para tener más preponderancia en ámbitos externos, lo que la ha convertido en el principal socio comercial de muchos países en América Latina, África o Sureste Asiático –lo que le da mucha mano a la hora de negociar e imponer ciertas políticas a nivel mundial–, y a nivel estrictamente político, se ha aliado con muchos gobiernos africanos para erosionar, de alguna manera, el antiguo poder europeo en algunos países africanos. En el mundo del Sahel, en el Congo o Kenia, la presencia china es abrumadora. Los chinos, por ejemplo, pagaron el tren (en el que yo he viajado) de Nairobi a Mombasa, y han pagado la formación de los empleados keniatas, que la reciben de técnicos chinos. Es una obra hecha muy a largo plazo, que les ha dado apoyos económicos y políticos, en detrimento de la presencia europea, que, por otro lado, ya no era tal. Si un hueco se queda vacío, otro lo ocupa.

Hace poco, en la reunión virtual de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), China condenó las sanciones impuestas a Rusia, y el grupo se ha propuesto como alternativa al G7. ¿En qué medida veremos un bloque homogéneo?

Creo que no. Es verdad que hay algo que les une, pero también hay diferencias. Les unen sus ganas de tener mayor cuota de poder mundial –sobre todo, India o Sudáfrica–, quieren más protagonismo y quieren igualar su poder económico a su poder geopolítico global. Es comprensible, lo que implica que habría que abrir el debate sobre una reforma del Consejo permanente de Seguridad de la ONU. ¿Debe estar India en el Consejo? ¿O algún país africano o latinoamericano?. En mi opinión, tiene sentido que estén. Ahora bien, otra cosa es que un país como India, que siempre ha tenido gobiernos democráticos desde su independencia (en 1947), se lance en una apuesta global de la mano de China, país con el que tiene profundas divergencias territoriales y con el que compite por el liderazgo regional en Asia. Eso ya no lo veo tan claro, pero es evidente que hay intereses cruzados. Por ejemplo, India no ha condenado la invasión de Ucrania porque, históricamente, siempre ha tenido grandes acuerdos con la URSS en la época soviética; de hecho, en la actualidad, Rusia e India tienen una industria conjunta de misiles supersónicos (los llamados Brahmos), con tecnología de alta generación y está abierta a terceros países (sobretodo, Filipinas).

¿Qué quiere decir esto? Que sí van a cooperar para cambiar esa distribución actual del poder político mundial; pero no veo a Brasil formando alianza con la Rusia de Putin o con China. Otra cosa es que tengan intereses comunes. Pero no veo una alianza, menos contra sus socios comerciales, como son Europa y Estados Unidos.

Parece que Biden ha conseguido sumar a los europeos en su lucha frente a la supremacía mundial de China en la última cumbre de la OTAN en Madrid ¿Puede hablarse de una vuelta al protagonismo norteamericano?

Biden fue vicepresidente con Obama y es un experto en política exterior. De hecho, de entre todos los países de la OTAN, posiblemente él sea el más experimentado. Siempre ha estado en los comités de defensa y seguridad del Senado americano y sabe perfectamente dónde está la partida. Lo que ha pasado en Rusia va a reforzar la presencia americana y su compromiso con la OTAN y Europa; se han reforzado los valores compartidos, pero su partida la están jugando en el Indo-Pacífico, mientras que Europa está centrada en Rusia (sobre todo, porque muchos países del Este están alineados con ésta), que es una amenaza real. Estados Unidos está jugando la partida a nivel global. Su rival no es Rusia, sino China, aunque Biden sabe que necesita una Europa fuerte para competir con China de tú a tú en el Indo-Pacífico. Por eso tiene todo el sentido invitar a los países de Asia-Pacífico a la cumbre de la OTAN. Es una partida claramente global.

En su informe, la OTAN parece mantener la mano abierta a un compromiso constructivo, ¿es tarde ya para este escenario o cabe albergar alguna esperanza de distensión y diálogo?

Con China, sí. Con Rusia lo veo muy complicado porque los países del Este no lo van a aceptar. En Polonia, Estonia, los países bálticos, la visión que tienen de Rusia es muy negativa. El ministro estonio de Defensa me dijo que su país destina el 1% de su presupuesto a ayudar a Ucrania actualmente, ahora (lo que es revelador de hasta qué punto están comprometidos en la confrontación contra Rusia). Eslovaquia ha donado todos sus sistemas de defensa anti-misiles a Ucrania; se ha quedado sin nada.

Los países del Este, incluidos República Checa y Eslovaquia, no van a permitir un apaciguamiento de Rusia, porque la definen como un país imperialista y entienden que todo lo que no sea expulsar a Rusia o que no avance más (porque ahora mismo Rusia se ha tragado un 20% de Ucrania, toda la parte este del país), no es suficiente; pero si sigue avanzando y no se le logra parar, esa Entente la veo imposible. Si deja de avanzar y se queda en ese 20% y no se ofrecen garantías a Ucrania de que se le va a proteger de verdad, que se le va a apoyar de manera clara, es complicado. A Ucrania se le han prometido muchas cosas desde los años 90 y no se ha cumplido casi ninguna.

Esa cordialidad con Rusia ahora no la veo. Ciertamente, algún día la guerra acabará y Rusia va a seguir ahí, y habrá que establecer algún tipo de canal de cooperación técnica porque habrá muchos asuntos que nos van a afectar. Lo cierto es que el órdago que ha lanzado Rusia ha roto la poca confianza en Rusia, y las posiciones de ciertos países como España, Francia o Alemania, de intentar algún tipo de pacto, van a encontrarse con la oposición de los países bálticos y del Este. Veo difícil alcanzar ese consenso interno y, además, creo que Rusia está jugando a largo plazo. Parece que está preparada para aguantar tres años de sanciones, y solo llevamos cinco meses de guerra. Si la guerra va para largo, el gobierno ruso ha hecho acopio de dinero, de ideas y de socios para resistir. Tres años son muy largos. Espero que no se vaya a tanto y que no escale a otros países ni en el uso de armas de destrucción masiva, porque entonces sí estaríamos ante un conflicto de otra magnitud.

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