Caridad que nos construye y construye la sociedad
Un grupo de amigos realizamos mensualmente un gesto de caritativa. Esta es una de las propuestas fundamentales de don Luigi Giussani, fundador del movimiento Comunión y Liberación, como instrumento para educarse en la caridad. Se trata de un gesto comunitario y guiado en el que se dedica parte del tiempo libre al servicio de quien tiene necesidad, en diversos ámbitos (ancianos, personas con discapacidad, familias pobres, inmigrantes, presos…), para educarnos en el amor verdadero. En un pequeño escrito – El sentido de la caritativa – don Giussani afirma que todos partimos de un hecho muy concreto: el interés por los demás es una exigencia propia de nuestra naturaleza.
Hace casi 20 años unos amigos me propusieron una caritativa que consistía en ir una vez al mes al campo con niños tutelados por la Comunidad de Madrid, que viven en residencias gestionadas por la misma Comunidad. A priori parecía algo fácil – jugar a la pelota con ellos, saltar a la comba, pintar caras, colorear dibujos… –, poco a poco me fui dando cuenta de que era imposible hacer eso “solo”: esos niños enseguida se meten en tu vida y te hacen “implicarte” con ellos. Las historias de estos niños son muy diferentes, pero hay algo común a todas ellas: no pueden estar con sus familias en sus casas y terminan viviendo en las residencias. Son niños de muchas nacionalidades y razas, muy pocos son españoles, aunque también los hay.
La “originalidad” de esta caritativa, que con el tiempo acabó llamándose “Estela”, es que van las familias completas a buscar a los niños a varias residencias y luego nos juntamos todos. Una vez juntos es muy difícil diferenciar qué niños han venido con sus padres y qué niños vienen de la residencia, quizá sirva de pista solo por el color de piel y no siempre. La bondad de esta caritativa para los niños que viven en las residencias es que ven otro tipo de familias, donde el hombre trata bien a la mujer, ven otro tipo de relaciones donde dos adultos pueden ser amigos. Hace muchos años nos encontramos con una chica que salió tras cumplir la mayoría de edad de la residencia (esta es otra historia) y había formado una familia, tenía pareja y un hijo y nos dijo: “yo tengo una familia hoy porque he visto las vuestras”.
Pero la caritativa no es solo un bien para los niños, lo es también y sobre todo para nosotros. Hace algunos años vino por primera vez un matrimonio con sus hijos, durante toda la semana los padres les habían estado contando a dónde iban a ir el sábado explicándoles que eran niños más pobres que ellos y que no tenían una familia como la suya. Volviendo aquel día hacia los coches pregunté al padre qué tal el día y me dijo: “Hace dos minutos, cuando ya estábamos recogiendo, el mayor de mis hijos me mira de pronto como si se hubiera acordado de algo muy importante y me dice: ¡Oye papá, pero ¿dónde están los niños pobres?!”. Este niño junto con su padre había estado desde las 12 de la mañana hasta las 17 de la tarde jugando con esos niños “pobres”, pero no se había dado cuenta o, mejor dicho, se había dado cuenta de algo que para nosotros adultos es más difícil de entender y es que todos somos iguales, que uno puede partir a la hora de relacionarse con el que es “distinto” a uno mismo con un prejuicio, o casi casi, si se me permite la expresión, con una “superioridad” pensando que somos mejores que ellos, podemos pensar que vienen a quitarnos algo que nos pertenece, que es nuestro. Sin embargo, ¿quién nos ha dado lo que tenemos? ¿Por qué yo tengo una familia que me ha cuidado y sigue haciéndolo cada día y ellos no? ¿Por qué yo he nacido en España y sus padres han tenido que irse o en muchos casos, huir de su país? No tengo respuestas a esas preguntas ni a tantas otras. No dudo que hay que ordenar muchas cosas legalmente y regular los fenómenos migratorios. Pero lo único que sé es que mi juicio sobre los inmigrantes no puede separarse de esta experiencia. Y también estoy segura de que mientras Aroa, Jorge, Cristian, Philip, Arcana, Isabel, Ainara, Virginia, Ghian, Azahara, Pablo, Kalel, Mari Mar, Ariadna, Sergio, Paula, Noemí, Kiowa, Bety, Sofía, Alonso, Prosper y muchos otros sigan subiendo a mi Renault Clio, yo no podré decir que vienen a quitarme nada, porque cada día me dan algo nuevo.
El bien que supone la caritativa a nivel individual, a los niños tutelados y a las familias que le acompañan, es una aportación buena y original a nuestra sociedad y sus frutos, aunque no los podamos medir, se expresan bien en esa niña que ya de mayor nos decía “yo hoy tengo una familia porque he visto las vuestras”.
Lee también: Los mitos de la inmigración
Escribir es señal de vida. Puedes enviar tus contribuciones para la sección «Cartas al director» a info@paginasdigital.es
¡Sigue en X los artículos más destacados de la semana de Páginas Digital!
¡Recuerda suscribirte al boletín de Páginas Digital!