Buen Gobierno demasiado pepero

España · Fernando de Haro
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3 noviembre 2016
Rajoy a estas alturas no iba a sorprender. No es un hombre de revoluciones. Después de darse un inexplicable plazo de cinco días, ha hecho una remodelación del gabinete poco traumática pero muy reveladora de la política que quiere hacer. Continuidad en Economía y refuerzo en Educación (¡por fin!) con un equipo muy del partido. Salen Margallo y Fernández Díaz, amigos personales del presidente y especialmente quemados. Será más fácil una negociación con Cataluña. También sale Morenés, que siempre dijo que quería irse.

Rajoy a estas alturas no iba a sorprender. No es un hombre de revoluciones. Después de darse un inexplicable plazo de cinco días, ha hecho una remodelación del gabinete poco traumática pero muy reveladora de la política que quiere hacer. Continuidad en Economía y refuerzo en Educación (¡por fin!) con un equipo muy del partido. Salen Margallo y Fernández Díaz, amigos personales del presidente y especialmente quemados. Será más fácil una negociación con Cataluña. También sale Morenés, que siempre dijo que quería irse.

Después de muchas idas y venidas, Luis de Guindos se mantiene al frente de Economía y además gana Industria. En el entorno de Soraya Sáenz de Santamaría había quien pretendía sustituir a Guindos, pero Rajoy ha tenido el buen criterio de mantenerlo con mando. Montoro conserva a Hacienda, pero pierde Administraciones Públicas que sí va a la vicepresidenta, la encargada de negociar con Cataluña. Quizás una de las mejores noticias es que Íñigo Méndez de Vigo se queda en Educación. Por fin alguien en el PP se tomará en serio la enseñanza y hablará con todos. Méndez de Vigo es el hombre que puede conseguir lo que no se ha conseguido en España desde hace décadas: un pacto. Por talante y por formación puede considerarse el último democristiano del PP, un apelativo que seguramente él mismo rechazaría. Va a ser este amante de Frank Sinatra y de los aperitivos madrileños de fin de semana el nuevo portavoz. El Gobierno gana así talante dialogador y una cierta ironía política, que falta le hacía.

Rajoy le tenía prometida cartera a Cospedal, que estará al frente de Defensa. La secretaria general del PP no tendrá un ministerio de primea línea. El desgaste político que ha sufrido parecía no recomendarlo.

Más PP: al poner a Zoido, el que fuera alcalde de Sevilla, al frente de Interior opta por un hombre muy diferente a Fernández Díaz. El nuevo ministro será más conciliador y su condición de juez puede servirle de ayuda en ese pantano que es siempre la cartera dedicada a la seguridad. Por lo demás, pocos cambios: Catalá sigue al frente de Justicia (ha pacificado a jueces y fiscales); Nadal, que aspiraba a sustituir a Guindos, se queda con una nueva cartera menor de Energía; Tejerina en Agricultura y Báñez en empleo no se mueven. Entran como nuevos Dastis en Exteriores (poca sorpresa porque es un diplomático de carrera), De la Serna en Infraestructura y Dolores Montserrat en Sanidad. Los dos últimos, los dos jóvenes. Los dos PP de pata negra, del núcleo duro del partido.

En este Gobierno hay poca renovación generacional y, sobre todo, poquísimos independientes.

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