Amenaza para la libertad
Ahí se esconde la falacia del Gobierno, porque la Constitución dejó ya bien claro en 1978 que el Estado español es aconfesional, que valora positivamente la contribución de las confesiones religiosas al bien común y que postula una especial colaboración de los poderes públicos con la Iglesia Católica.
En efecto, no es lo mismo la laicidad sana que también propugna la Iglesia y que significa neutralidad del Estado ante las confesiones religiosas, que el "laicismo" beligerante con estas creencias para impedir su expresión en la vida pública. La mejor pista de cuáles son sus intenciones nos la ofrece el propio Gobierno, que también anunció su intención de regular la libertad de conciencia, acaso para impedir a los creyentes que puedan objetar cualquier ocurrencia legislativa, como ya ocurre ante la obligatoria asignatura "Educación para la Ciudadanía".
Se anuncia una legislatura de infarto para las libertades cívicas, todo un aviso a una oposición que parece haber perdido sus mejores referencias ideológicas.