Ambigüedades y presiones sobre el TC
En la campaña que el Gobierno catalán encabeza contra una posible sentencia restrictiva del Estatut, Zapatero trataba de calmar a Cataluña hasta que hable el Constitucional, pero concluía con una declaración de intenciones. Recalcaba que el Estatuto había tenido el apoyo mayoritario del Parlamento de Cataluña y del Congreso de los Diputados. Un nuevo aviso para que quienes llevan tres años debatiendo la norma en el Alto Tribunal no olviden que cuenta con la aprobación ciudadana, para que quienes deben decidir sobre la ley estatutaria que apadrinó junto a Artur Mas en una reunión secreta en Moncloa recuerden que es una ley avalada por el pueblo.
La misma actitud de Zapatero la mostraba ese mismo día el ministro de Justicia Francisco Caamaño. Al tiempo que pedía que se deje trabajar con tranquilidad al Tribunal, recalcaba que ha sido una ley aprobada por la mayoría absoluta de los representantes legítimos del pueblo español. Como hacía Zapatero, situaba en la misma balanza la calificación que ha cosechado el Estatut en el Parlament y en el Congreso, y la ansiada sentencia del Constitucional.
Este jueves, el día en que doce periódicos catalanes editorializan de forma conjunta en defensa del texto estatutario, Zapatero tiene que pronunciarse. Dice haberlo leído con mucho interés y que el contenido le produce mucho respeto por estar hablando de libertad de expresión. Palabras pronunciadas el día en que el TC se volvía a reunir para debatir sobre la sentencia. Respeto el que manifiesta Zapatero a quienes hablan de escarceos tácticos del Tribunal, al que aprietan al decirle que va a decidir si acepta la madurez democrática de una España plural o si prefiere bloquearla, y al que constriñen al afirmar que de su sentencia depende que continúe el espíritu de 1977 que hizo posible la transición.
No es novedosa la actitud del jefe del Ejecutivo. En términos similares se pronunciaba hace menos de un mes en el Congreso. En una respuesta al diputado de ERC Joan Ridao sobre la tardanza del TC, no dudaba en sentenciar que el procedimiento de reforma del Estatuto catalán tenía la "fuerza evidente" que se había manifestado en el pronunciamiento de los electores.
Si como algunas fuentes apuntan -y Zapatero y los periódicos catalanes temen-, el Tribunal pudiera declarar inconstitucional o reinterpretar más de 40 artículos, se entiende la ambigüedad con la que está jugando el Gobierno al hablar del texto estatutario. Y es que hay que demostrar al Govern que desde Moncloa no han desistido en la defensa del texto.
La sentencia del TC pondrá luz a la España plural de la que hablan los medios catalanes y que hasta la saciedad ha repetido Zapatero al referirse a las reformas territoriales que ha emprendido. Dicen los doce diarios catalanes que el dilema será la aceptación o el bloqueo de la madurez democrática de esa España plural. Pero esa madurez de la que hablan los periódicos y que Zapatero apoya de forma expresa, como recordaba J.H.H. Weiler este miércoles en ABC, no es más que un degenerado paso hacia atrás de la estructura constitucional y de cualquier modelo federal, un salto hacia el pasado del que la mayor parte de Europa se ha librado.