“Amanecerá y veremos”: ¿Qué esperar de las elecciones presidenciales en Venezuela?

Mundo · Mary Cruz Fuentes Ávila
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23 julio 2024
El 28 de julio de 2024 se llevarán a cabo los comicios presidenciales en Venezuela. La contienda será entre Edmundo González Urrutia, candidato oficial de la oposición, y Nicolás Maduro, que busca alcanzar su tercer período presidencial.

Durante estos diez meses desde las Elecciones Primarias de la oposición venezolana, en las cuales María Corina Machado resultó vencedora con más del 90% de los votos, el panorama político en Venezuela de cara a las elecciones presidenciales ha cambiado considerablemente.

A menos de una semana de los comicios presidenciales, la oposición presenta una clara unidad bajo el liderazgo de María Corina Machado y Edmundo González Urrutia, presidente actual de la Mesa de la Unidad Democrática (coalición de partidos políticos que conforman la oposición).

¿Quién es Edmundo González Urrutia?

Internacionalista, diplomático, profesor y escritor, Edmundo González Urrutia es el candidato oficial de la coalición de oposición. Llega después de que María Corina Machado fuera inhabilitada para optar a cargos públicos y que la candidatura de Corina Yoris, catedrática venezolana, no fuera aceptada por el Consejo Nacional Electoral.

Encuestadoras independientes al gobierno, como Datincorp, Delphos, entre otras, están en sintonía con los resultados que esperan de los comicios. Datincorp señala que un 75% de los electores inscritos acudirá a las urnas. De estos, el 62% tiene la intención de votar por Edmundo González, mientras que 20% por Nicolás Maduro. Delphos arroja datos similares: le otorga a González Urrutia el 59,1% de los votos y a Maduro el 24,6%.

En las calles de Venezuela y en el exterior la sensación es de que el resultado electoral está más que claro: si los números se mantienen así, Edmundo González Urrutia ganaría las elecciones democráticamente. El problema de estos comicios es que no se dan en un contexto democrático. La falta de condiciones y garantías, unida a la cantidad de irregularidades que rodean este período de campaña electoral, han hecho de estas elecciones unas llenas de esperanza e incertidumbre para los venezolanos y para la comunidad internacional.

Posibles escenarios durante y después del 28J

Los escenarios que se manejan se dividen en dos grandes hipótesis: si se mantienen las elecciones del 28 de julio o si se suspenden o postergan las mismas.

Lo más probable –aunque de la situación venezolana se puede esperar cualquier cosa– es que las elecciones se lleven a cabo. En este caso, se vislumbran dos escenarios posibles: la victoria de Maduro o la victoria de Edmundo González Urrutia. La victoria de Maduro, cada vez menos probable en términos democráticos –por lo que muestran las encuestas–, estaría acompañada por acciones contra su adversario y ya se ha visto cómo el régimen ha actuado en esta dirección.

Fuentes como la ONG Foro Penal apuntan a que, solo este año, 105 venezolanos vinculados a la candidatura de González Urrutia o al círculo cercano de María Corina Machado han sido apresados por el gobierno y la lista va creciendo. El más reciente es el jefe de seguridad de María Corina Machado: Milciades Ávila, quien fue detenido cuando los cuerpos de seguridad ingresaron, a la fuerza, a su vivienda, y ya ha sido liberado con una sentencia de régimen de presentación cada 30 días en los tribunales. De estos 105, 76 han sido arrestadas en las últimas dos semanas –en medio de la campaña electoral–, según la ONG Laboratorio de Paz.

A día de hoy, seis de los miembros del círculo más cercano de Machado, entre ellos su Jefa de Campaña, llevan más de 100 días refugiados en el consulado de Argentina, puesto que el régimen dictó orden de captura para cada uno de ellos. El gobierno les ha negado el salvoconducto para trasladarse del consulado al aeropuerto, y así salir del país, a pesar de que el gobierno argentino ha accedido a recibirlos en Buenos Aires.

A su vez, acciones violentas como el obstaculizar vías en el territorio nacional con puntos de control militares o el cierre de hoteles y otros negocios antes o después de que Machado pase por ellos, son otras medidas que ha tomado el gobierno para frenar el avance opositor.

El 18 de julio por la mañana, Machado reportó que sus vehículos fueron vandalizados por adeptos al régimen –denuncia explícitamente que “cortaron la manguera de los frenos” de sus coches, mientras muestra en un vídeo cómo, también, mancharon con pintura el parabrisas, imposibilitando así la conducción del vehículo–.

Fotos: Cuenta de X de María Corina Machado / El Estímulo.

El escenario más probable es la victoria en las urnas de Edmundo González Urrutia. El problema, realmente, no está en el conteo de los votos, sino en el reconocimiento de los resultados. Maduro tiene dos opciones: desconocerlos y acusar a la oposición de fraude electoral o reconocerlos por presión interna.

A pesar de que Maduro ha hablado de “convocar un gran diálogo nacional para pensar en la Venezuela del futuro” a partir del 29 de julio –día después de las elecciones– se contradice a sí mismo al decir que, si él no gana los comicios, Venezuela caerá “en un baño de sangre, en una guerra civil fratricida”.

Foto: Federico Parra. AFP

Por la trayectoria que ha tenido el chavismo en Venezuela, parecería menos probable una fractura interna que lleve a Maduro a reconocer los resultados –a menos que la presión nacional e internacional sea demasiado grande para soportar, debido a un resultado tan contundente que no haya manera de “maquillarlo”–. Esta fractura, según varios especialistas, podría producirse sólo por la presión de las Fuerzas Armadas de Venezuela.

Kristina Mani, profesora de política y miembro del Departamento de Política del Oberlin College, ha escrito para World Politics Review que no está dicho que los militares apoyen al gobierno en estos comicios.

Si bien es cierto que los lazos del alto mando militar con el régimen chavista son evidentes, la situación económica y social por la que pasan los soldados de menor rango cada vez es peor. Así, Mani contrapone el poder político que han adquirido los militares gracias al chavismo y la precariedad en la que estos mismos viven.

¿Será esto suficiente para que los militares garanticen el desenvolvimiento transparente de estos comicios presidenciales? No lo sabemos.

En caso de que Edmundo González gane las elecciones y Maduro acuse a la oposición de fraude, María Corina Machado podría llamar a la protesta nacional. Es cierto que, después de procesos de protestas complicados como los de 2014, 2017 y 2019, muchos dirían que no están dispuestos a volver a tomar las calles del país.

Sin embargo, encuestas realizadas incluso antes de las Primarias en octubre de 2023, como la que llevó a cabo el Foro Prospectiva, junto al Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello, aseguran que, en ese momento –octubre de 2023– el 42% de la población estaba dispuesta a protestar si el gobierno no aceptaba al ganador de las Primarias –quien resultó ser María Corina Machado–.

Si se considera el auge de popularidad de la oposición y la movilización ciudadana que ha habido en estos últimos diez meses, no sería descabellado decir que ese porcentaje dispuesto a salir a la calle después del 29 de julio podría ser mucho mayor. Basta con mirar las fotos de las concentraciones multitudinarias que Machado ha logrado convocar a lo largo y ancho del país, hasta en los pueblos más remotos, no solo en la capital.

Por otra parte, hasta ahora, no han habido indicios de que se suspenderán las elecciones. Tanto González Urrutia junto a Machado, como Maduro, han participado activamente en este período de campaña electoral y han llamado a la gente a votar. Sin embargo, los escenarios que se contemplan en este panorama son dos: o se postergan en un período constitucional o se suspenden de manera indefinida.

A pesar de que esta es la hipótesis menos probable, igual debe contemplarse. Entre diciembre de 2023 y enero de 2024, Maduro insistía en el conflicto fronterizo entre Venezuela y Guyana, que hoy está completamente olvidado, pero en su momento se pensó que esta tensión entre ambas naciones era la excusa perfecta para que Maduro cancelara las elecciones, bajo el pretexto de una supuesta guerra. También, realidades como las sanciones internacionales sobre el gobierno venezolano son una buena excusa para que el régimen decida no realizar las elecciones.

Asimismo, Maduro ha amenazado con que la oposición quiere producir “un apagón que cambie el voto del pueblo”. En marzo de 2019, Venezuela sufrió un corte del servicio eléctrico en todo el territorio nacional con una duración de varios días, hasta semanas enteras en ciertas partes del país, justo en medio de las protestas que Juan Guaidó lideraba en aquel momento. Hay personas que sostienen que aquel apagón, que se dio por fallos en la maquinaria de la Reserva Hidroeléctrica Nacional del río Guri que nutre de electricidad a todo el país, fue provocado por el gobierno para “apagar” las protestas. Que Maduro amenace con que se viene un “gran apagón” podría alimentar esta versión de los hechos, o al menos, generar cierta sospecha.

¿Y después del 28 de julio?

Es una pregunta difícil de contestar, pero también es razonable hacérsela. De los comicios presidenciales a la toma de poder hay meses de por medio, meses en los que puede pasar cualquier cosa, como ya ha sucedido desde octubre de 2023 hasta hoy. Si aún no está claro que Maduro vaya a reconocer o no los resultados electorales, pensar qué sucederá de julio de 2024 a enero de 2025 cuando alguien deba llevar la banda presidencial es imposible de asegurar.

Foto: Gabriela Oraa / AFP.

Sin embargo, al mirar la realidad hoy, ahora, encontramos indicios de que, pase lo que pase, los venezolanos ya han conquistado espacios que ni siquiera el régimen podrá arrebatarles. Por ejemplo, el hecho de que cada vez que el gobierno cierra un negocio porque Machado o González han estado allí, que cientos de personas quieran ayudar a los dueños perjudicados habla de una solidaridad de una  ciudadanía que no tiene miedo. Si lo tuviesen, no se atreverían a ayudar al que tienen al lado por las represalias del gobierno.

Anécdotas como las que narra Delsa Solórzano, otra de las dirigentes de la oposición, en entrevistas como la que le concede al medio venezolano Caracas Chronicles son la prueba más clara de que la población no solo exige un cambio, si no que lo exige de manera pacífica.

Mientras que Chávez desde su Golpe de Estado fallido en 1992, sus posteriores campañas a partir de 1998 y las campañas de Maduro después de 2013, siempre han empleado un discurso agresivo, llamando a la violencia, al rencor y a la división, el discurso de María Corina Machado y Edmundo González habla de una Venezuela posible que surge de la unión y la reconciliación. El reencuentro de las familias separadas por la migración, las nuevas oportunidades laborales que surgirán de reparar la economía, incluso el establecer mesas de diálogo para una transición ordenada, son cosas con las que los venezolanos sueñan.

No es poca cosa que, después de veinticinco años de socavar el sistema democrático, aún se confíe en la ruta electoral y que nadie esté llamando a un golpe de Estado. No es poca cosa que, delante de la falta de garantías electorales, como el rechazo al envío de observadores internacionales por parte del gobierno, en vez de lamentarse, los ciudadanos de a pie se organizan para ser sus propios garantes del correcto desarrollo de los comicios en su centro electoral –como los llamados “comanditos”–. No es poca cosa que, frente a tanta necesidad, en vez de pedir ayuda humanitaria a Machado, a González, a Solórzano y a otros tantos rostros visibles de la oposición, las personas les regalen cosas –rosarios hechos a mano, más que nada–. No es poca cosa que, ahora que hay más de 300 presos políticos, la gente aún esté dispuesta a salir a la calle, a tomarse fotos con Machado o con González, o incluso a desafiar a las autoridades sin temor a las represalias, como lo hicieron los estudiantes universitarios que se reunieron con ambos líderes opositores en la Universidad Central de Venezuela, a pesar de que el rector de esta institución había prohibido dicho acto.

Frente a la incertidumbre, el miedo ha desaparecido entre los venezolanos y la esperanza, que nunca se había perdido, no deja de crecer. ¿Es esta una postura ingenua? ¿O es razonable? Valdría la pena preguntarse ¿qué es más correspondiente: vivir derrotado porque ni siquiera se tuvo la disposición de luchar o mirar a la cara a la dificultad y buscar la grieta por la que se puede colar una oportunidad de cambio y mejoría?

En Venezuela hay un dicho que reza “amanecerá y veremos”, y es esta la perfecta ilustración del pueblo venezolano –dentro y fuera de sus fronteras– en este momento. Estamos dispuestos a avanzar un paso y otro, y otro más en la oscuridad, porque cada paso que damos, cada segundo que transcurre, es un segundo más en dictadura, pero es un segundo menos para que llegue la democracia. Un segundo más en la noche es un segundo menos para que llegue la mañana. Es verdad que no sabemos qué nos espera después de esta oscuridad, pero tenemos la certeza absoluta de que, tarde o temprano, amanecerá, y todos queremos ver qué pasará.

El 28 de julio llegará. Los venezolanos saldremos a votar, nos encontraremos en las urnas, en nuestros comanditos, en la calle, y el 29 de julio, cuando amanezca… veremos.

 

  • Foto de portada: El Mundo

Lee también: Veinticinco años de dictadura: ¿Por qué en Venezuela aún hay esperanza?


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