Ahora es cuando se la juega Rajoy
En el mes de septiembre las encuestas reflejaban un importante descenso en la intención de voto a favor de Zapatero, que ha llegado a empatar con el PP. Era el desgaste propio de la crisis largamente negada. En los nueve primeros días de octubre la cosa fue empeorando. Mientras el sistema financiero global sufría el colapso, Zapatero estaba fuera de juego. Días después de haberse jactado de que la economía española hubiera superado a la italiana y estuviera a punto de hacer lo propio con la francesa, no era invitado a la reunión de Sarkozy, Merkel y Berlusconi. El Eurogrupo celebrado el pasado domingo en París, en el que se adoptó el modelo británico como referente para intervenir a favor de la crisis, le servía para volverse a situarse en el mapa y para cambiarle el paso a la oposición. Los acontecimientos han sido muy vertiginosos y algunos de ellos conviene repasarlos.
El viernes 10 el Consejo de Ministros aprobaba el primer decreto para la compra de activos bancarios por valor de 50.000 millones de euros. No estaba previsto que la decisión se tomara de forma tan rápida. Solbes y Montoro se reunieron dos veces y la negociación sobre el contenido del decreto no estaba cerrada. La cara económica del PP había exigido garantías y se vio sorprendido y engañado por una aprobación "sorpresa" del decreto. En la vorágine del desplome de los mercados y de las reuniones en Washington y París, se olvidó el asunto.
La fórmula se repitió el lunes con el segundo decreto, al que se le añadió la convocatoria de Rajoy a Moncloa. Y Rajoy fue a Moncloa, como no podía ser de otro modo. Y es aquí donde se la empieza a jugar seriamente. Las encuestas reflejan desgaste de Zapatero pero no subida de Rajoy. Desde el primer día después de las elecciones de marzo hay algunos que están empeñados en subrayar que el líder de la oposición no está a la altura. Pero lo que cuentan no son los prejuicios ni las posiciones previas sino los hechos. Mal que bien, en el Congreso de Valencia Rajoy cerró, al menos formalmente, la crisis interna de los meses anteriores. Rajoy y su entorno han decidido pasar página y olvidar la pasada legislatura, superar la imagen de una oposición que dice que no a todo. No está nada mal la idea de superar el frentismo, de hecho está muy bien colaborar con el Gobierno en los asuntos del Estado. Pero en el PP de Rajoy parece que no hay grises, se pasa del blanco al negro sin cintura política para hacer mejor oposición mientras se colabora con el Gobierno.
Rajoy ha acertado al apoyar los decretos que fortalecen el sistema financiero. Ha acertado al pedir transparencia y que el dinero llegue a las familias y las pequeñas y medianas empresas. Pero si la semana que viene, cuando se convaliden los decretos en el Congreso, no puede exhibir sustanciales mejoras de su contenido, habrá sido víctima del abrazo del oso. En este momento el plan de apoyo a la banca deja a Solbes las manos libres para decidir demasiadas cosas, si el PP no es capaz de mostrar cómo ha cambiado eso tendrá un problema serio.
El modelo bien podría ser el de Obama y los demócratas de Estados Unidos: han apoyado el plan Bush y han conseguido presentarse ante sus electores como los políticos responsables que han estado a la altura de las circunstancias y que han mejorado en beneficio del contribuyente lo inicialmente previsto. Rajoy tiene "materia gris" en la gente de su equipo para hacer esa labor. El 5 de octubre Montoro propuso un aval de 30.000 millones de euros para garantizar el fondo de depósitos de la banca. El Gobierno ha acabado aprobando una medida similar a la que proponía la oposición sin que se le haya sacado partido.
No basta ser previsible, como le gusta decir al líder del PP: hace falta imaginación, capacidad de sorprender y voluntad de ser tan o más emprendedor en política como intentan serlo los pequeños y medianos empresarios que hacen frente a la crisis.