A vueltas con Gibraltar

Mundo · Ángel Satué
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6 abril 2017
El diablo está en los detalles. Para comprender la escalada de declaraciones que en otro tiempo serían prebélicas sobre Gibraltar, que arrecian del sector duro del partido torie británico y de la prensa amarilla, hay que tener en cuenta que se encuadran a pocos días de la carta que Teresa (inquilina del número 14 de Downing St.) envió a Donaldo (presidente del Consejo europeo, de domicilio desconocido). Utilizar el nombre de pila y el tuteo nos resta siempre algo de importancia y solemnidad, y en este momento puede venir bien.

El diablo está en los detalles. Para comprender la escalada de declaraciones que en otro tiempo serían prebélicas sobre Gibraltar, que arrecian del sector duro del partido torie británico y de la prensa amarilla, hay que tener en cuenta que se encuadran a pocos días de la carta que Teresa (inquilina del número 14 de Downing St.) envió a Donaldo (presidente del Consejo europeo, de domicilio desconocido). Utilizar el nombre de pila y el tuteo nos resta siempre algo de importancia y solemnidad, y en este momento puede venir bien.

En su Carta datada el 29 de marzo de 2017 invocando el Artículo 50 del Tratado de la Unión Europea, el Reino Unido “olvidó” mencionar Gibraltar. Las comillas obedecen a que algunos de los mentideros publicados hablan de oscuras maniobras de España influyendo en esto. Igual es que Gibraltar tampoco interesa ya tanto. A saber. La cuestión es que para asombro de los llanitos, efectivamente, las cinco páginas de carta a Donaldo desde el otro lado del Canal de la Mancha no mencionan su Roca, nuestro Calpe, nuestro Peñón. No parece tampoco que se cayera durante el trayecto en eurotren, bajo las aguas del mar, dado que la Carta iba escoltada por casacas rojas (¿no hay correo electrónico en la nueva “Global Britain” (GB) a la que se refería Teresa en el foro de Davos”?).

Además, el Consejo europeo de los 27, en respuesta a la Carta, ha elaborado un proyecto de orientaciones o directrices (“Draft Guidelines”) para negociar la desconexión con la isla, que se aprobará el 29 de abril.

En particular, sobre el asunto de Gibraltar, supone una victoria de la diplomacia española que en esta Europa confederada ha logrado que la Unión, por fin, se ponga de nuestra parte, aunque haya sido con motivo de que Gran Bretaña va a dejar de ser miembro de la Unión. Así, una vez que el Reino Unido abandone la Unión, ninguno de los acuerdos entre la Unión Europea y el Reino Unido aplicarán, sin el acuerdo entre el Reino de España y el Reino Unido.

En la práctica, deja en manos del Reino de España que se pueda seguir aplicando el Derecho de la Unión en el Peñón, o no, lo que equivale a un veto si es que el Reino Unido deseaba (que no lo parece a tenor de su Carta) vincular sus acuerdos con la Unión al destino de Gibraltar, o viceversa.

A todo esto se añade la resolución del Parlamento europeo del 5 de abril, que aunque no es vinculante, es el primer pronunciamiento de una institución de la Unión, y se espera que sea el inicio de otras muchas, incluso sectoriales, a medida que se avance en la negociación con el Reino Unido. Además, el Acuerdo final con el Reino Unido no será posible sin la aprobación del Parlamento (y posiblemente, tampoco sin la de la Cámara de los Comunes).

Esta declaración del Parlamento, que aún no es un legislativo europeo homologable al de los estados, esta vez, excluye nombrar al territorio de Gibraltar. Aunque para España hubiera sido preferible tratar el asunto de igual manera que las orientaciones del Consejo, la segunda mejor opción era ni siquiera mencionar el istmo. De este modo, se infiere, según fuentes en el Parlamento, “que deja de tener la protección del Parlamento”. Además, en los debates previos, el portavoz del Grupo Popular Europeo afirmó que la Unión estaba del lado de España en esta cuestión. Sendas resoluciones de eurodiputados británicos que pretendían hacer constar que en Gibraltar el Brexit no ganó, y que había que referirse a Gibraltar, no prosperaron.

Estos son los hechos. Vengan las elucubraciones. En estas mismas páginas de paginasdigital.es, pueden encontrar dos artículos abordando el asunto de Gibraltar, que están plenamente vigentes: Gibraltar (I) y Gibraltar (II), cuya lectura recomiendo de nuevo.

Datan de cuando sucedió la polémica de los bloques de hormigón hace años. Anticipaba que en cuanto Gibraltar se convirtiera en un dolor de cabeza para el Reino Unido, las cosas comenzarían a cambiar. Son británicos, y aparte de imperialistas, y algo exclusivos, y en ocasiones clasistas y algunos hasta siguen siendo xenófobos (no hay más que ver las razones para el Brexit y su no mestizaje allí donde han estado), son pragmáticos.

El Reino Unido prefiere mil veces comerciar con la UE que mantener la soberanía sobre Gibraltar, en cuanto a los aspectos financieros y económicos. Al salirse de la UE la isla puede ser mucho más pirata que el istmo, en cuanto a paraíso fiscal (aunque Gibraltar salió airoso de esta lista hace relativamente poco tiempo). Además, esta semana se ha sabido que más de 80 países han virado hacia la libra esterlina como moneda de refugio en el comercio internacional, dado que ahora el Reino Unido está menos expuesto a los posibles rescates que han afectado y pueden afectar en el futuro (Italia) a la zona euro.

A nivel geopolítico, es decir, por lo que se refiere a la posibilidad de cerrar el Estrecho si ellos lo consideran, creo que es un problema sin resolver, salvo que la OTAN, con EE.UU. de nuestro lado, impusiera que la base de submarinos del Peñón pasase a ser base gestionada conjuntamente por Reino Unido, España y… EE.UU. La clave está en que los británicos tienen una agenda y política exterior propia, y no quieren depender de España en esto de abrir y cerrar el Mediterráneo. Las columnas de Hércules (Ceuta –Monte Hacho– y Gibraltar –Monte de Tarik–) en manos de un único país no gusta a nivel internacional –a pesar de que Gibraltar tenga estatus de colonia, como reconoce el Comité Especial de Descolonización de la ONU, que por cierto vela por la descolonización de 17 territorios, 10 de ellos administrados aún por Reino Unido–.

No obstante, es momento de hacer ver que España es la Unión Europea, y que Gibraltar español es sinónimo de Gibraltar de la Unión, pero no de la “Union Jack”, sino de la “Union Blue”. Es la única garantía para alcanzar la cosoberanía, buscando un sistema muy similar al de Andorra.

Defender un Gibraltar español, solo español, es lógico desde el nacionalismo español, pues es por donde entró el moro Tarik, de ahí que España no está cerrada sin Gibraltar, como dijo don Juan Carlos en 1975, aspirando a la integridad territorial de España. No obstante, se puede actuar para atraer a los habitantes de la Roca, aunque me temo que solo entienden, como todo nacionalismo, de hacerse las víctimas. Tenerlos dentro del Reino, aunque estén ya en el escudo, al menos de momento, podría ser como tener al nacionalismo vasco y catalán todo junto en una Roca, y en andaluz. Digo.

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