A propósito del ´país de las primeras cosas´
Al contrario de lo anterior, me atrevo a entender la experiencia como la dimensión cognoscitiva del ser humano en donde se registran los datos procedentes de la realidad. Datos que, sólo después, la razón puede elevar a una categoría inteligible (abstracción) con la cual uno medirse, juzgarse y dirigirse. Así pues, será el carácter razonable de cada sujeto y de su know-how previo, así como de su capacidad para dejarse tocar y contrastar con las experiencias de otros -diálogo fecundo-, lo que le diferencie en este mundo, cada vez más definido por el juicio manipulado de la opinión pública.
El Gobierno, enredado de base en unas razones abstractas y carentes del mínimo dato real de la experiencia, conoce este mecanismo. Por eso, ha resuelto no entrarle al trapo a los que hemos "podido defender los valores justos frente a los valores adecuados" y tirar por la calle principal de sus enredos. Los que hemos apostado por esta estrategia de la razón y no hemos leído la novela de Auster, efectivamente nos hemos visto defraudados hasta caer en el desaliento.
Por eso, sólo ahora espero, estimado Fernando, ceder a la sencilla "razón de la experiencia" del que me mira, acompaña y, en último término, me abraza a pesar de mi derrota.