Embarazo adolescente: ¿qué hacemos con los esquemas?
En 2006, la reconocida investigadora Esther Duflo estudió el impacto de tres programas para prevenir el VIH en escuelas de Kenya. Después de dos años, descubrió que el primero, para capacitar docentes, tuvo muy poco impacto en la actividad sexual o el uso de preservativos. Que los debates sobre el preservativo no dieron como resultado datos concretos sobre el embarazo y la procreación. Sin embargo, la reducción del costo de educación, al proporcionar de forma gratuita uniformes para la escuela, redujo las tasas de deserción escolar y la procreación en adolescentes.
Décadas de investigación han demostrado que la educación y la enseñanza son factores clave para reducir el riesgo de una iniciación sexual temprana, el embarazo y la procreación temprana.
Este es sólo uno de los ejemplos de éxito recogidos en el informe del Estado de la Población Mundial 2013, presentado hace unos días y titulado: Maternidad en la niñez: enfrentar el reto del embarazo en adolescentes.
El grado de desorientación, de ambigüedad calculada, y de cerrazón debe ser grande en una institución como el FNUAP, que a pesar de lo dicho, se empeña en centrar sus estrategias en el acceso a los anticonceptivos.
El prologo de su Director Ejecutivo, el Dr Babatunde , es sólo una muestra de esta confusión: << Cuando una niña se queda embarazada, su presente y futuro cambian radicalmente, y rara vez para bien >>.
Ciertamente debe ser prioridad para todos que millones de niñas quedan embarazadas cada año, causados por formas de violencia, incluido el matrimonio a temprana edad, donde se desvela el verdadero problema de su cuasi esclavitud.
A pesar de los compromisos universales para terminar con el matrimonio infantil, una de cada tres niñas en países en desarrollo, sin incluir a China, se casan antes de los dieciocho años.
Pero el Informe toma otra deriva. <<A una niña a la que se le prohíbe acceder a métodos anticonceptivos o incluso a información sobre la prevención de embarazos se le niega su derecho a la salud>>.
Es decir, no es un problema educativo que nos impele a todos, es que literalmente <<el embarazo menoscaba las posibilidades que tienen las niñas de ejercer los derechos a la educación, la salud y la autonomía>>.
Para abordar el embarazo en adolescentes desde una perspectiva de derechos humanos, continua el FNUAP, hace falta tratar las causas subyacentes, como son la falta de acceso a la salud sexual y reproductiva, incluidos métodos anticonceptivos.
Los factores determinantes del embarazo en adolescentes serían, en primer lugar (siempre según el Informe): las leyes que limitan el acceso a los métodos anticonceptivos, las actitudes negativas con respecto a la sexualidad adolescente, y la falta de acceso a los métodos anticonceptivos sin el consentimiento de los padres.
También se incluye como determinantes, la prohibición en muchos países de los anticonceptivos de emergencia.
El desconcierto para el lector interesado empieza cuando el propio Informe señala que las investigaciones muestran que abordar el embarazo no planeado en adolescentes requiere enfoques holísticos y, como los desafíos son grandes y complejos, ninguna organización o sector puede enfrentarlos sin la participación de otros.
No sólo reconoce que los padres tienen un papel central para determinar el futuro de sus hijas adolescentes, sino que declara como factores determinantes a nivel de la familia: el nivel de educación de los adultos y sus expectativas con respecto a sus hijos, el nivel de comunicación dentro del hogar, la intensidad de los valores culturales y religiosos, etc.
El Informe recoge múltiples testimonios, entre ellos el de Jicara de 17 años, de Kirguistán «Decidí tener un hijo porque quería sentirme adulta… Ahora me las tengo que arreglar. Por el bien de mi hijo, tengo que volver a la escuela y obtener una educación adecuada. Ahora sé que mi destino no es cambiar pañales. Quiero ser abogada y cambiar el mundo. Por mi hijo».
Y después de esta experiencia, donde el hijo es un bien, ¿qué hacemos con los esquemas?