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Dinero para bancos, recortes para educación

Editorial · PaginasDigital
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27 mayo 2012
La última semana de mayo en España ha estado llena de contrastes. El miércoles las centrales sindicales, apoyadas por la izquierda, celebraban una huelga en el sector de la enseñanza para protestar por los recortes. Y el sábado se conocían los datos del importe necesario para rescatar a la cuarta entidad financiera del país. El gasto público en educación se reduce en 3.000 millones de euros y la inyección de dinero necesaria para rescatar Bankia va a ser de 19.000 millones, a los que hay que sumar 4.500 que ya se le dieron en forma de créditos convertibles en acciones. Es la cara más brutal de una crisis, en un país en el que la tasa de paro va camino del 25 por ciento. Es un despropósito que haya más dinero para rescatar bancos y menos para la enseñanza. Otra cosa es que las protestas, tal y como se han producido, estén bien planteadas. El estatalismo es siempre un mal amigo.

El agujero de Bankia es la consecuencia de una larga serie de males, unos vienen de lejos y otros son recientes. El primero, la burbuja inmobiliaria que en España no tiene subprime pero sí gran cantidad de créditos a los promotores fallidos y tapados con más créditos (alrededor de 140.000 millones en activos tóxicos). El segundo, unas cajas de ahorro que nacieron de la iniciativa social y que se acabaron convirtiendo en un cortijo de los partidos políticos, de derecha y de izquierda. La partitocracia es un cáncer. El tercero, un Gobierno de Zapatero que dejó que el agujero creciera. El cuarto, un Gobierno de Rajoy que le dejó a Rato seguir al frente de la entidad aún cuando sabía que sus planes eran inviables. ¡Todavía cuando le hicieron salir in extremis la gente del PP se lamentaba de lo que le habían hecho al "pobre Rodrigo"! Hace no muchos días el ministro de Economía decía que el saneamiento de todo el sistema financiero solo iba a necesitar 15.000 millones. Y sólo Bankia está ya en casi 24.000. Rajoy actúa, sí, pero en las últimas ocasiones ha llegado demasiado tarde. Y quinto, un Banco de España plegado a consideraciones políticas. El servicio de inspección sabía perfectamente lo que ocurría y ha tenido las manos atadas. Ahora no hay más remedio que gastar ese dinero. Como se gastó en su momento Obama 40.000 millones de dólares en el rescate y la nacionalización parcial del Citi o la Merkel cerca de 20.000 en el rescate del Commerzbank. En el caso del Reino Unido se estima que el Gobierno se gastó 155.000 millones de euros en el rescate del Northern Rock, del Royal Bank of Scotland y del Lloyds. O sea que la operación no es nada nueva, y no sería escandaloso que hubiera que utilizar dinero europeo. Pero eso no lo hace menos dolorosa. Pero, atención, porque si lo que ha hundido a parte del sistema financiero español ha sido el estatalismo partitocrático, los que protestan contra los ajustes en enseñanza reclaman otro tipo de estatalismo tan malo o peor. Solo quieren hablar de "enseñanza pública".

El ajuste en la enseñanza supone, fundamentalmente que los profesores pasen de 18 a 21 horas lectivas semanales y que la ratio de alumno por clase se eleve un 20 por ciento. No es bueno. Pero hay un problema de fondo del que nadie parece querer hablar: el modo en el que gasta el dinero. España está en niveles similares de gasto en enseñanza que Finlandia, pero este último país es uno de los que lidera los resultados la OCDE. Sin embargo los resultados de los escolares españoles están en la parte medía de la tabla. En buena medida la disparidad se explica por la falta de autonomía de los centros. Los economistas Hanushek y Woessmann, en sus recientes estudios, han puesto de manifiesto que cuanto mayor es la autonomía más se incrementa la calidad. Y justo ese es uno de los aspectos en los que España más flaquea. Es el país de la Unión Europea en el que los colegios públicos tienen menos independencia, después de Grecia. Dicho de otro modo, el dinero que se gasta en enseñanza en España es un dinero mal gastado porque el sistema está blindado contra la subsidiariedad: es demasiado centralizado y no permite a los colegios libertad para, entre otras cosas, seleccionar y motivar el profesorado según sus necesidades. La carga docente del profesorado de los colegios concertados, donde los sueldos suelen ser menores, es mayor, y a pesar de todo, los resultados son mejores. Son colegios a los que, en ciertos aspectos, se les deja elegir. Si esta crisis nos enseñara a ser menos estatalistas, a gastar mejor el dinero, habríamos aprendido mucho.

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