El Ulises de Cadenas se embarca de nuevo

Cadenas está obsesionado por la figura de Ulises y por la poesía desde su primera juventud. Empezó a escribir versos muy pronto, y dejó de escribir versos muy pronto porque el peso de los grandes poetas que han escrito en castellano le abrumaba. Se liberó al conocer los poemas del norteamericano Raymond Carver y entonces su producción lírica comenzó a fluir en inglés. En inglés está escrito Abandonando Ítaca, traducido a un sonoro y delicioso español por Jenaro Talens.
La nostalgia invade a Ulises. Es la nostalgia que sufre Cadenas al darse cuenta de que la infancia de sus dos hijos no volverá. Es la nostalgia, la tristeza que nos hace verdaderos humanos: ese sentimiento, ese estallido de la conciencia al constatar que el instante cargado de belleza no dura. ¿Fue una apariencia su belleza y el paso del tiempo lo ha puesto de manifiesto? ¿O lo aparente, por el contrario, es la sensación de que el momento se fue para siempre?
“¿Adónde fueron todas esas mañanas? / Qué fue de aquella joven pareja que caminaba, cogida de la mano/por las mismas colinas que ahora recorres en soledad/ (…) Mañanas, ríos, niños/ besos y estrellas y aceitunas/pan y vino, y tiempo, tiempo que fluye,/huyendo”.
Es imposible no leer a Cadenas sin que en el pecho explote esa tristeza, “esa eterna santa melancolía que algunas almas elegidas, una vez conocida y gustada, no cambian por un placer fácil” de la que hablaba Fiódor Dostoievski.
Insiste Cadenas:
“Sí, aún disfrutarás muchas mañanas/ (…) con las dulces naranjas maduras en la boca (…) pero ¿dónde los guerreros aquellos que asaltaron contigo las murallas de Troya”.
Cadenas es Vicente Aleixandre en Adolescencia:
Vinieras y te fueras dulcemente, /de otro camino/ a otro camino. Verte, / y ya otra vez no verte. /Pasar por un puente a otro puente./-El pie breve,/la luz vencida alegre-./Muchacho que sería yo mirando/aguas abajo la corriente,/y en el espejo tu pasaje/fluir, desvanecerse”.
Es muy de agradecer que Cadenas, sin haberlo conocido haya seguido el consejo de Luigi Giussani. El educador italiano, respondiendo en los años 80 a un estudiante que le pedía consejo para superar la tristeza, le respondía: “Te pido que trabajes para tener siempre esa tristeza (…) Si no tienes esta tristeza no esperas, estás desesperado”. Cuanto más bonito es algo, más se dilata el deseo de un bien ausente. El dolor por lo que no ha durado (aparentemente) es el signo rotundo de que lo eterno existe. El dolor por lo que no ha durado es lo divino que grita en el alma. La pregunta certifica la respuesta.
Por eso el Ulises de Cadenas, un gran nadador, termina sus versos marchándose:
“¡Al mar!, dejando atrás el miedo/, dejando los remordimientos/dejando el hogar/. ¡Para encontrar el verdadero amor!”.
JUAN JOSÉ GÓMEZ CADENAS
Abandonando Ítaca. Leaving Ithaca
Eolas poesía. 160 páginas. 15,00 €
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