Ideología contra empresarios
Anda últimamente muy preocupado el Gobierno atacando a los empresarios. No solamente la parte del gobierno podemita sino también, y eso es lo más sorprendente, el propio presidente del gobierno y alguna ministra supuestamente de los más seria.
La ideología de los primeros y el no querer desmerecer de Sánchez, ya que este no tiene ideología ninguna salvo mantenerse en el poder, no dejan ver los grises de la realidad.
Se nota que se acerca la campaña electoral y hay que empezar a marcar diferencias con los socios de gobierno. Y empiezan a aparecer los primeros síntomas de distanciamiento entre ellos como se ha visto con la “ley de sí sólo (La RAE ha recuperado la tilde) es sí”. Ahora es el momento de aparentar que nunca hemos sido la coalición “Frankenstein”.
La demagogia del gobierno con los empresarios, ha alcanzado su punto culminante con los ataques a la decisión de Ferrovial de cambiar su sede. Por supuesto que hay empresarios que solo están preocupados del beneficio económico de un modo egoísta, también le pasa a muchos trabajadores, pero la criminalización genérica y el señalamiento particular espanta a las empresas, genera inseguridad jurídica, nos acerca a una república bananera y no remite en ningún beneficio a la clase trabajadora. De igual manera que porque algunos diputados socialistas vayan a prostíbulos no vamos a sacar la conclusión de que todos los diputados socialistas son unos puteros.
Es deber del gobierno de turno corregir las situaciones de abuso que se puedan dar. Lo que no es de recibo que Belarra hablé de ayudas del Estado a empresas cuando se les paga por un trabajo que realizan. Belarra hace trampas en el uso de las palabras.
Si tan preocupados están porque las empresas privadas no se enriquezcan ilícitamente pueden empezar por velar por la buena praxis en las residencias donde están nuestros ancianos. Es un buen ejemplo de iniciativas privadas que hacen una labor de utilidad pública y en la mayoría de los casos de forma loable. Pero la administración no debe desatenderse del asunto y debe velar por su buena atención. En este ejemplo, a las administraciones ni están ni se les espera. Como se vio en la pandemia en el ejemplo especialmente doloroso que se dio en algunas residencias de ancianos.
Es una buena noticia que la iniciativa privada genere negocios de utilidad pública. Pero el Estado debe garantizar que el servicio se da correctamente.
No hay que demonizar la iniciativa privada o la propiedad privada sino catalizar para que pueda aportar algo positivo a la sociedad. En su obra “El desafío Francisco”, Massimo Borghesi lo expresaba de un modo bellísimo al recordar una cita del Papa Francisco: “El sentido positivo que tiene el derecho de propiedad: cuidado y cultivo algo que poseo, de manera que pueda ser un aporte al bien de todos” ¿Tenemos experiencia de esto?
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