El bien más preciado
La convivencia ciudadana ha sido tras la Transición el bien más preciado que ha permitido la fase de mayor progreso y bienestar que ha disfrutado nuestra sociedad a pesar de las amenazas de involución, prontamente superadas, y el largo azote criminal de la banda terrorista ETA. La fortaleza del consenso constitucional, su desarrollo en el Estatuto de Gernika, y el respeto por las formas y normas democráticas, han sido los instrumentos que nos permiten mirar con orgullo los lustros del pasado reciente y, por el contrario, observar con preocupación el deterioro de la política en el presente, cuyo síntoma más grave lo constituyen los impulsos autoritarios de numerosas formaciones políticas. Es decir, estamos preocupados por el futuro al observar la profunda crisis institucional que hoy padecemos.
El actual ordenamiento jurídico-político es el mejor y más efectivo instrumento para la convivencia entre los vascos. Refrendados democráticamente hace 40 años, Constitución y Estatuto de Gernika siguen representando la máxima expresión del acuerdo entre diferentes para construir una sociedad en libertad. Sin embargo, este marco se encuentra seriamente amenazado por el secesionismo vasco y el populismo de raíz antieuropea, que tienen y tendrán como primer objetivo la superación y derrota de aquél. Es nuestra responsabilidad evitarlo.
El ciudadano, su necesidad de paz y convivencia, se sitúa en un lugar central de nuestras preocupaciones, anteponiendo su defensa a los criterios de división religiosa, cultural o de cualquier otro tipo que imponen los totalitarismos de toda condición. Frente al colectivismo, libertad, y frente al comunitarismo, la defensa de los derechos y obligaciones emanados de nuestra pertenencia a una sociedad democrática de libres e iguales. La defensa de la libertad es innegociable y no puede quedar restringida en determinados ámbitos o subordinada al proyecto nacionalista vasco, como gravosamente ha ocurrido en el espacio educativo, o comunitaristas del izquierdismo rampante.
Consideramos necesario articular un espacio común que dé voz a todos aquellos ciudadanos que consideran que no hay bandera que pueda anteponerse al individuo. En definitiva, una opción constructiva y moderna que eleve su mirada hacia un futuro compartido, dejando atrás localismos y tribalismos y que respete la identidad individual. En este sentido, el liberalismo es la filosofía política que nos une en tanto que generadora de progreso y garantía de libertad. Queremos construir, desde el ámbito de la sociedad civil, de las relaciones apacibles de la ciudadanía, lejos del sectarismo destructivo del partidismo, un espacio, una alternativa constitucionalista, que rechace cualquier tipo de cesión al secesionismo y al totalitarismo, para enarbolar, como los auténticos progresistas, la victoria de la libertad y de la igualdad.