¡Menos mal que nos queda El País!
Antes, durante y después de la semana en la que se ha celebrado el Meeting de Rímini numerosos medios digitales en español se han hecho eco de lo sucedido en ese encuentro. Aunque sólo sea por las cifras, cerca de 800.000 visitas, el Meeting de Rímini es uno de los acontecimientos de más relieve del verano en Europa. Este año ha cumplido 30 años y entre los más de 300 ponentes de sus mesas redondas y conferencias ha tenido a personajes como el ex primer ministro británico Tony Blair, el filósofo Remi Brague, el premio Nobel de Física John Cromwell Mather, el también premio Nobel de Física Charles Hard Tornes y el celebérrimo descubridor de Lucy, Yves Coopens. También ha habido espacio para cuatro líderes africanos, para la reflexión sobre la lucha contra el SIDA, sobre la cooperación al desarrollo y para buena parte de los temas que marcan la agenda de la actualidad. De un modo incisivo, los medios de Internet han roto el cerco de silencio que en España se había construido en torno a este hecho, sin duda noticioso. Un cerco construido en parte por ignorancia, en parte por provincianismo, en parte por el clericalismo de los informadores que se ocupan de las "noticias de religión". También construido por el gran problema del Meeting de Rímini para los que no son ignorantes, ni provincianos ni clérigos clericales. ¿Cuál es ese problema? Que el Meeting de Rímini, que dialoga con todos, que se sostiene sin el apoyo del gran capital sino por la gratuidad de más de 4.000 voluntarios, es la expresión de una experiencia cristiana: la de Comunión y Liberación.
Internet está ayudando a difundir la "anomalía" que algunos quieren censurar. Sobre todo la anomalía de que ateos, agnósticos y gente de izquierda se sientan cómodos en sus mesas redondas. Es inadmisible que la España que lee, que la España informada, se haga una imagen positiva del Meeting. Hay que evitar una imagen alejada del negro integrismo, o del catolicismo de sacristía antimoderno y ávido de poder. Y entonces Bassets, El País, intenta resistirse "a la expropiación". Y publica este martes un artículo de un vaticanista de segunda de La Stampa, Filipo de Giacomo. El lector español lo habrá seguido con mucha dificultad porque exige conocer los detalles del último culebrón protagonizado por Berlusconi.
La Iglesia italiana ha criticado la política inmigratoria del Gobierno y Berlusconi ha respondido con un ataque realizado desde uno de sus periódicos contra el director del Avvenire, periódico de los obispos. El artículo de El País aporta poco en un asunto intrincado en el que a los vericuetos de la política italiana hay que añadir los de la política eclesiástica. Pero Bassets lo ha mandado traducir por el título y por la conclusión. "Comunión y prostitución" son las tres palabras que encabezan una pieza de mala calidad en la que se recurre al tópico de una supuesta alianza de poder y dinero entre el "demonio" Berlusconi y Comunión y Liberación. Lo peor del tal de Giacomo no es la calumnia sino lo mal informado que está. Parece haber estado fuera de Italia en los últimos meses. La operación de este septiembre es idéntica a la que se realizó en 2005 cuando el periódico de Prisa publicó un artículo del escritor Antonio Tabucchi. Sugería que los asistentes al Meeting son permeables a las ideas de la raza pura y a las intolerancias del fascismo.
Decididamente, El País no acaba de acertar para frenar la "rebelión de Internet" y recurre a lo peor del periodismo italiano para hacerle frente. La decisión de Bassets ratifica su profecía pero no hace justicia a los grandes profesionales de ese medio. Ilustres periodistas como José María Izquierdo y muchos otros más no dejaron su vida en la construcción de una de las mejores cabeceras del Viejo Continente para que se recurra a soluciones tan chapuceras. Como consuelo nos queda la constatación de que se ha certificado con claridad que el Meeting de Rímini se abre paso en el canal que, según Bassets, cuenta para estar informado. Menos mal que nos queda El País.