Venezuela. El caos de un país con dos parlamentos

Mundo · Arturo Illia
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9 enero 2020
Los que aún tenían dudas sobre si lo de Venezuela era una dictadura ya pueden solventarlas a menos que, como suele pasar con los populismos, se insista en creer en las “fábulas revolucionarias antiimperialistas”. Hace unos días tuvieron lugar dos hechos muy graves. A los diputados de la oposición a Maduro se les negó el acceso a la sede de la Asamblea Nacional (donde son mayoría) y se eligió sin elección alguna (puesto que no se lograría alcanzar el quorum necesario) a Luis Parra como presidente. Antiguo aliado de Juan Guaidó, Parra se hizo famoso, junto a otros diputados, por estar implicado en un escándalo de ayuda alimentaria, un programa de donación de cajas de alimentos a cargo del Gobierno.

Los que aún tenían dudas sobre si lo de Venezuela era una dictadura ya pueden solventarlas a menos que, como suele pasar con los populismos, se insista en creer en las “fábulas revolucionarias antiimperialistas”. Hace unos días tuvieron lugar dos hechos muy graves. A los diputados de la oposición a Maduro se les negó el acceso a la sede de la Asamblea Nacional (donde son mayoría) y se eligió sin elección alguna (puesto que no se lograría alcanzar el quorum necesario) a Luis Parra como presidente. Antiguo aliado de Juan Guaidó, Parra se hizo famoso, junto a otros diputados, por estar implicado en un escándalo de ayuda alimentaria, un programa de donación de cajas de alimentos a cargo del Gobierno.

Junto a otros diputados, como José Gregorio Noriega, José Brito, Adolfo Superlano, Conrado Pérez y otros, Parra fue acusado de utilizar su papel en la Comisión de control para favorecer al empresario colombiano Alex Saab, señalado por EE.UU. como hombre de paja de Maduro. Expulsado del partido centrista Primero Justicia, Parra y los demás convergieron, con la ayuda del partido socialista en el poder, en la agrupación parlamentaria que en la práctica se alió con el dictador en una farsa que se acabó transformando en su elección, donde claramente se expresó como objetivo el de convocar elecciones libres. Obviamente, el adjetivo “libre” es puramente metafísico, puesto que la maniobra, realizada en un palacio rodeado de fuerzas armadas, milicias populares y agentes de los servicios secretos venezolanos, impidió la entrada de más de cien diputados que acabaron reuniéndose en la sede del diario El Nacional, donde tuvieron una asamblea que confirmó a Guaidó como presidente ad interim.

De modo que el país se encuentra con dos parlamentos, el primero (impuesto por Maduro) claramente forzado, y el segundo reconocido por varios países. El movimiento de Maduro, que quería ocupar así el único organismo que no tiene bajo control reforzando, al menos en teoría, su dictadura, ha llegado distanciándose de las negociaciones que tuvieron como epicentro tiempo atrás a Noruega como país garante para poder llegar a organizar unas elecciones libres.

Después de su elección, Parra tuvo un momento de indecisión porque no sabía cómo proceder con tanta irregularidad, hasta que el líder revolucionario Francisco Torrealba, “director de orquesta” durante toda la farsa, le gritó: “Siéntate, nos quedamos todos aquí, nadie se va”.

Pero al día siguiente tuvo lugar otro suceso gravísimo. El hotel donde se alojaban los diputados de Guaidó fue ocupado por las fuerzas de seguridad que les obligaron a abandonarlo con la excusa de un aviso de bomba, pero una vez fuera ya no se les permitió volver a entrar y se rechazó su presencia.

Esta vez la reacción internacional ha llegado incluso desde Uruguay y México, países que habían mantenido ante Maduro una postura de reconocimiento, mientras que la Argentina retornada al peronismo kirchnerista, que con su nuevo presidente Alberto Fernández había definido el régimen venezolano como una “democracia autoritaria” (otro de los misteriosos y paradójicos léxicos argentinos), ha emitido un comunicado de condena, aunque sin citar la palabra “dictadura”. Una postura muy curiosa pero que tiene una explicación muy lógica. EE.UU. tiene en su mano la llave de la deuda argentina con el FMI y una postura favorable a Maduro significaría un veto estadounidense a su reestructuración, lo que supone en la práctica la apertura de una crisis de deuda peor que la de diciembre de 2001.

La semana pasada se supo que Guaidò había conseguido entrar en el palacio de la Asamblea Nacional a pesar de seguir rodeado de tropas de Maduro, justo mientras Juan Parra participaba en una reunión. Nada más verlo le invadió el miedo y literalmente se escapó de la Asamblea Nacional, escenario de comedias si no fuera la expresión de un régimen que sigue gobernando con terror. A pesar de que se cortó la electricidad para impedir la reunión de la Asamblea en pleno, la sala se iluminó con velas y la sesión pudo desarrollarse normalmente.

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