La genialidad de una moción de censura
Aguantar y esperar a que el chaparrón escampe. Esa parece ser la consigna en el PP desde que la semana pasada fuera detenido el expresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y desde que se destapara la presunta red de impresentable, ética y estéticamente chulo-corrupción montada en torno al Canal de Isabel II.
En realidad, el lema de esperar a que el chaparrón escampe es la consigna de Rajoy mientras los jóvenes dirigentes, los que en algún momento heredarán las siglas, andan cabreados como monas, llorando en el hombro de quien quiera escuchar sus cuitas. La legislatura, a la espera del resultado de las primarias en el PSOE, estaba relativamente encaminada para un Gobierno al que solo se le puede pedir estabilidad y eficacia en la gestión económica: el PIB va a crecer un 3 por ciento, la recaudación va a ser record, se van a crear más de 400.000 puestos de trabajo, el PNV, Ciudadanos y los canarios iban a dar el sí, ERC y el PdeCat se pelean, es evidente que el referéndum de secesión no se va a celebrar, el futuro Gobierno de Esquerra va a aparcar la independencia por un tiempo…
¿A qué alterarse? ¿No se ganaron las elecciones de octubre con amplio margen a pesar de la Gurtel y de todos los pesares? Hay cosechas buenas y cosechas malas, a veces el granizo se lleva las espigas ya granadas, pues lo mismo hay presidentes autonómicos honrados y otros que roban mucho, se espera y se les aparta, cuando se puede, que no conviene acelerarse, y si los jóvenes no votan al PP, y si el escándalo entre los que no tienen empleo o tienen un empleo precario es mayúsculo ante tantos millones distraídos, ante la ordinaria fascinación por un dinero macarra, pues qué se le va a hacer, lo que cuenta es la estabilidad y la creación de empleo. Dejar pasar al tiempo. O esperar a que a Podemos, un grupo parlamentario que no pisa el Parlamento, se le ocurra presentar una moción de censura. Porque con una moción de censura todo está arreglado: otra vez cerradas las filas ante la amenaza de una España populista. ¿En qué momento habrá convencido Rajoy a Iglesias para que diera un paso adelante? Es un genio.