Se prohíbe nacer, se obliga a morir
A la batalla de Garzón contra el PP por el presunto caso de corrupción, el Gobierno ha sumado otro nuevo aliado para aquietar opiniones sobre situaciones económicas complicadas. El partido en el gobierno quiere dar autorización a las muchachas de 16 años para abortar sin el consentimiento de los padres. El Ejecutivo pretende ejercer de pseudo-padre libertino para decir sí a las jóvenes que no quieran tener un hijo indeseado. Un punto más del círculo cuyo centro es la conformación de un programa reducido sobre la vida. ¿Qué puede pensar una joven adolescente a quien hayan dicho que la de su indeseado hijo está a su libre disposición? ¿Qué hará si no tiene quien le explique, quien le haga experimentar que la vida es un don? De nuevo, si no hay un pueblo que eduque y que encarne la bondad de lo que defiende, la respuesta está dada.
Al aborto se suma ahora -aunque afirmen que de momento el tema no se toca- el debate de la eutanasia. La demanda social, según el Ejecutivo, es el argumento sobre el que pivota la decisión de mover estos temas. Este último no lo contemplaban en el programa electoral, pero ya vemos este viernes que Eluana Englaro se ha convertido en una bandera para excitar el asunto. Recordemos que ya se hizo con casos como el de Ramón Sampedro o con Inmaculada Echeverría.
Apelar a la demanda social es una falsa retórica para justificar la aplicación de un proyecto político. Un proyecto que no por casualidad tiene unos particulares voceros. Alientan los casos que contribuyen a la causa que se defiende y silencian los que testimonian lo contrario. Precisamente los más humanos.