Anthony and Johnsons, creatividad y misterio

Cultura · Enrique Chuvieco
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23 enero 2009
Una belleza desgarradora emana de la voz intimista de Antony Hegarty (Sussex-Reino Unido- 1971). Su nuevo disco, The crying light, abre lentamente los poros a un gozo prístino que inunda las cavidades más recónditas. Fue entrando poco a poco, tras superar mis primeros momentos de rechazo tras contemplar la foto de portada de un actor japonés trasformado en mujer a quien Anthony aprecia.

En cada tema hay una delicadeza sostenida para conjugar piano, violines y punteos de guitarra, para ofrecer una sinfonía armoniosa de sonidos junto a la madura y expresiva vocalización del cantante inglés y el resto de los Johnsons, que trenzan un compendio maravilloso de sensaciones. Me vuelve a ocurrir en el momento en el que vuelvo a escuchar el disco mientras redacto estas líneas.

Hegarty planea como un solitario pájaro herido que explora ávidamente la naturaleza. No en vano sus nuevas canciones cantan al sol, los parajes, los elementos de la tierra y el cielo, con los cuales expresa su estado de ánimo, mientras que en anteriores trabajos se fijaba en su entorno personal. En una entrevista reciente en El Mundo dice tener dos madres y una de ellas es la Tierra.

Educación católica moralista

Paradójicamente, su educación católica no le abrió al medio ambiente como signo del Creador y ahora tiene necesidad de explorar la inmensidad de lo que le rodea. Hegarty sintió la alienación de en su familia y en la gente que le rodeaba y percibió su homosexualidad como algo misterioso por la que no era aceptado, que le llevaría, sin embargo, a refugiarse en su creatividad para comprenderse y expresar sus sentimientos. Reconoce, no obstante, que de la interacción entre creatividad y el misterio "siempre sale algo interesante".

Siempre me pregunto del porqué del triunfo de esa vivencia cristiana que se cosifica en norma e impide disfrutar con lo que siempre es un don venga de quien venga. Sin duda, es más fácil atenerse al esquema que perseguir el deseo de felicidad que llevamos dentro y que es hechura de Dios, porque para esto es necesario querer como un avaro quiere su dinero. Buscadores así hay pocos. Espero que Hegarty no ceje en su intento por descubrirse, porque mientras siga en camino nos ofrecerá nuevas piezas maravillosas que nos inviten a amarnos y amar todo.

Cryin a Light y lo último de The Felice brothers, lo mejor en mucho tiempo.

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