Quién decide si la revolución del Maidán tiene futuro
La dimisión del primer ministro ucraniano Arseni Yatseniuk no se debe a un acto de irresponsabilidad política en un país que está sufriendo una guerra sino sobre todo a un gesto extremo para reclamar con fuerza a los parlamentarios a asumir su propia responsabilidad.
De hecho, desde hace semanas el parlamento está bloqueando los proyectos de ley que el gobierno propone y que prevén el aumento de impuestos para sostener el gasto militar y hacer frente a otras exigencias de la Unión Europea, ya que ningún partido, en una situación de grave crisis económica e inflación, quiere verse implicado en acciones tan impopulares, todos miran hacia las próximas elecciones parlamentarias y quieren permanecer “limpios” ante la opinión pública.
Exactamente por este motivo, dos de los tres partidos que forman la coalición de gobierno, Udar y Svoboda, han abandonado la coalición y se han declarado disponibles para apoyar de forma externa y ocasional al gobierno para poder dedicarse libremente a la campaña electoral. En esta situación, al no contar ya con la mayoría parlamentaria, Yatseniuk presentó su dimisión. Por otra parte, incluso cuando la coalición parecía compacta no contaba con los votos suficientes para aprobar sus leyes, por lo que necesitaba el apoyo de los miembros del viejo Partido de las Regiones de Yanukovich.
Esta situación nos dice que hoy Ucrania sufre un serio problema político relacionad con la discrepancia real entre gobierno y presidente por un lado, y el parlamento por otro, pues si los dos primeros son expresión del Maidán y del proceso de democratización, la Rada (el parlamento ucraniano) sigue a grandes rasgos con la misma composición del pasado régimen, dedicada básicamente a poner palos en las ruedas del gobierno.
No hay duda de que las elecciones parlamentarias de octubre serán un paso más de renovación. Sin embargo, ¿qué crédito político pueden acumular los partidos que en los momentos de necesidad se lavan las manos ante toda responsabilidad? La responsabilidad es exactamente el reclamo que hacen el primer ministro y el presidente a toda la clase política. El primero en captar la gravedad de la situación y dar un paso para salvar al gobierno ha sido el propio presidente, Porosenko, que en solidaridad con el primer ministro ha dirigido una carta al presidente de la Rada, y se espera que se convierta en promotor activo de un “pacto de responsabilidad” entre los partidos. Es urgente y de vital importancia que el gobierno pueda funcionar, decidir y tomar medidas, aunque sean dolorosas; la ley ucraniana prevé que, si dentro de un mes en el parlamento no se ha creado una nueva coalición, el presidente podrá disolver anticipadamente la cámara. Pero algo tiene que suceder aún antes: para el 31 de julio está prevista una sesión extraordinaria que llama a la Rada a ratificar o rechazar la dimisión de Yatseniuk.
Habrá que ver si las fuerzas políticas tienen la voluntad de asumir un compromiso que puede mantener con vida al gobierno. Por lo demás, según el periodista Vitalij Portnikov, el único compromiso posible solo puede ser compartir las responsabilidades de gobierno, para la joven democracia ucraniana no puede haber otra salida.