Zapatero en Turquía olvida los derechos civiles
La polémica sobre el legado del islam en España es compleja. La política cultural de los gobiernos de izquierda, tanto en la Región de Andalucía como en Madrid, ha creado el mito de un islam fiel heredero del mundo clásico y tolerante. Es una forma de laicismo que pone en cuestión la capacidad creativa del cristianismo.
Ocho siglos de dominación musulmana dieron para mucho: los momentos más brillantes del califato omeya tienen poco que ver con la barbarie de los siglos XI y XII. Para evitar el frentismo que tanto le gusta a Zapatero, se puede reconocer que algunas expresiones culturales de algunos momentos de la presencia islámica supusieron una interesante contribución. En cualquier caso, mucho menos originales de lo que se piensa, por ejemplo los recientes estudios sobre la Mezquita de Córdoba ponen de relieve que gran parte de su estética está copiada de iglesias sirias.
Pero lo importante en este momento es que Zapatero se muestre, como se ha mostrado, partidario del ingreso de Turquía en la Unión Europea sin hacer mención a la reciprocidad en materia de libertad religiosa. Los informes de la Comisión Europea revelan que en Turquía la libertad religiosa, sobre todo en sus manifestaciones públicas, es una asignatura pendiente. Zapatero, que está aislado internacionalmente y que ha conseguido un escasísimo éxito en su proyecto de Alianza de Civilizaciones, se ve obligado a estar agradecido con Erdogan, uno de los pocos líderes internacionales que lo ha apoyado. Y así se produce la gran paradoja: el laicista presidente del Gobierno de España se alía con un islamista moderado.
No hay ningún problema en reconocer las aportaciones que el islam hizo, pero en el presente un hombre de Estado no defiende los derechos civiles, de los que tanto habla Zapatero, sin referirse, al abordar la relación con los países musulmanes, a la reciprocidad. Como hizo Sarkozy en el Elíseo delante del Papa.