Y esperando que sea suficiente

Un sondeo publicado en El País del pasado domingo refleja que el PSOE ha sufrido más pérdida de apoyo que el PP en el último mes. A los socialistas muchos les siguen considerando los responsables de lo que está pasando. Así que si a Rajoy algo se le puede criticar no es que haya subido los impuestos, bajado la prestación por desempleo y el sueldo a los funcionarios sino el que no lo haya hecho antes. Quizás pensó que podía esperar o que se podía conseguir el rescate a la banca por parte de Europa y seguir negociando condiciones más favorables. Pero lo sucedido la semana pasada, tras el Consejo Europeo, puso de manifiesto que los mercados no se iban a conformar con un acuerdo genérico de rescate y con un plan impreciso de reducción del déficit.
El Eurogrupo y el Ecofin del pasado lunes y martes suponen ahuyentar el miedo a que Alemania, Finlandia y Alemania se arrepientan del rescate a la banca española. Buna noticia. Habrá rescate, irá directamente a las entidades financieras y, si es necesario, habrá compra de deuda. Y ahora España tiene que demostrar que va en serio en su voluntad de reducir el déficit. Por eso no había más remedio que un recorte como el anunciado en las últimas horas. El debate en el Congreso de los Diputados, donde las críticas de la oposición han sido puramente teatrales, reflejan hasta qué punto el tijeretazo estaba asumido. Entre los partidos y entre la opinión pública.
En el fondo todo el mundo sabe que lo mejor que podría pasar es que este fuera el último recorte para conseguir que el déficit se quede en el 3 por ciento en 2014. Pero la cosa no está clara. Y la sociedad española se prepara con cierta calma y resignación a más sacrificios. Eso es positivo. Lo que no es tan positivo es que la misma energía que hay para la resignación no la haya para la innovación y para crear riqueza de forma alternativa. Ese es el principal reto.