¿Y ahora cómo hacemos para vivir?

España · Rafael Abril
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10 octubre 2017
Si no fuera trágico sería esperpéntico. Ha sido en cualquier caso patético. Como aseguró Iceta en el Parlament: “usted, señor Puigdemont, ha declarado suspendida la independencia sin haberla proclamado”. El presidente de la Generalitat, en efecto, aseguró que aceptaba el mandato para la independencia para dejarlo en el limbo.

Si no fuera trágico sería esperpéntico. Ha sido en cualquier caso patético. Como aseguró Iceta en el Parlament: “usted, señor Puigdemont, ha declarado suspendida la independencia sin haberla proclamado”. El presidente de la Generalitat, en efecto, aseguró que aceptaba el mandato para la independencia para dejarlo en el limbo.

El viaje a la luna de Puigdemont lo ha dejado colgado del satélite. Su discurso en el Parlament tenía tintes lunáticos, irreales. Una larga justificación basada en un mundo virtual que no existe. Puigdemont, de pronto, se ha dado cuenta de que se precipitaba en el abismo. Nadie en Europa ha reconocido su aventura, las grandes empresas se han marchado, el aliento de la fuerza del Estado se ha vuelto demasiado contundente, la manifestación del domingo reveló que lo que hacía lo hacía al menos contra la mitad de Cataluña. Y ahora no sabe cómo bajar, cómo entrar otra vez en órbita. Es imposible, tiene en frente al Estado, la mayoría silenciada que se ha puesto en pie, la CUP que le ha empujado al disparate, Europa, los empresarios. Pide negociación cuando rompió todos los puentes.

¿Quién se hará cargo de todo el mal sembrado? El mal de la mala imagen de Cataluña, el mal de la fractura social, el mal del desprestigio institucional, el mal de las mentiras. Y, sobre todo, el mal de utilizar el corazón de tantos catalanes prometiéndoles una felicidad que nunca podría dar ni un proyecto de independencia ni la idolatría de nación. Porque hoy hay que levantarse otra vez de la cama y volver a convivir con esa exasperada, exigente, indomable voz que pide dentro una satisfacción auténtica, una plenitud auténtica, una alegría auténtica. ¿Cómo hacemos ahora para vivir? El mal, sobre todo el mal de haber sustituido el Misterio de la vida por las banderas, requiere reparación, redención, respuesta positiva, ternura, acompañamiento, significado. Nada de eso vendrá de la política.

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