Vuelven los punteos de Mark Knopfler

Demasiada contención para el grandioso oficio de uno de los mejores guitarristas de todos los tiempos (la revista RollingStones, le da el puesto 15), Knopfler se maneja con soltura en la mezcla de blues, rock, folk que incluye en su último trabajo, que presentará en varias ciudades españolas en 2013.
Le falta un poco de apuesta a su último trabajo de estudio, de "tirarse a la piscina" y romper con algo tan deslumbrante y distinto como fue allá por el final de los 70 cuando aparecía DireStraits, título con el que se presentaba en sociedad la banda y con elque daban nombre y ventilaban la habitación del rock, que había permanecido demasiado tiempo cerrada. A mí, como a otros muchos, aquellos ingleses nos dejaron con la boca abierta y el oído enganchado a las maquinaciones increíbles con que Knopfler punteaba a "pelo" su FenderStratokaster y nos encandilaba con unos riffs de guitarra que no olvidaremos nunca. Oír Sultans of swings, Romeo and Juliet, Comunique, Solid rock y otro montón de canciones era alimento para los sentidos y novedad esplendorosa.
Su voz ha madurado y tiene ese toque gutural fibroso que confiere intimidad. Dijo cuando lo presentó en septiembre pasado que era un disco con el que había experimentado "un viaje emocional entre los dos lados del Atlántico". Pero se dilatan sus viajes a Estados Unidos y esto se echa en falta a la hora de apostar por algo más renovado, por saciar a su gente con otro gran fogonazo como aquellos de finales de los setenta.
Privateeringse oye con agrado, es variado porque afronta con solvencia exquisita blues, rock, folk y sonidos célticos, según los temas. Cuenta con una producción brillante y puede ser un acompañante agradable en el compact disc del coche para días de nostalgia.