Voto por un tripartito constitucional

Editorial · PáginasDigital
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8 noviembre 2019
Los españoles acudimos este domingo a las urnas molestos e incómodos por la actitud de la clase política. Nuestros líderes no han sabido ni han querido ponerse de acuerdo para conformar una mayoría suficiente tras las elecciones de abril. Y el resultado de las urnas, salvo sorpresas que contradigan todas las encuestas, va a ser muy parecido al de la pasada primavera. No había impedimento alguno para ese acuerdo. Foto RTVE.es

Los españoles acudimos este domingo a las urnas molestos e incómodos por la actitud de la clase política. Nuestros líderes no han sabido ni han querido ponerse de acuerdo para conformar una mayoría suficiente tras las elecciones de abril. Y el resultado de las urnas, salvo sorpresas que contradigan todas las encuestas, va a ser muy parecido al de la pasada primavera. No había impedimento alguno para ese acuerdo.

La inmensa mayoría de los votantes habíamos optado por partidos constitucionalistas que, afortunadamente, comparten un amplio consenso en cuestiones básicas. Las diferencias ideológicas entre las formaciones con mayor representación parlamentaria en la legislatura que no echó a andar no son tan relevantes como algunos nos quieren hacer creer. La coincidencia en muchas cuestiones esenciales es un patrimonio político y social. Si no se cuida aumentará la tendencia a que los jóvenes apuesten, como ya lo están haciendo, por fórmulas contrarias al sistema. Esta polarización inducida por las élites, por desgracia, se traslada a la vida social. Coloniza y debilita una experiencia de concordia elemental que existe entre la gente.

Crece en los extremos un discurso antisistema, de izquierda y de derecha, pero solo ha sumado un 24 por ciento de los votos. Las fuerzas del independentismo catalán y vasco representan solo un 6 por ciento del total nacional. Es cierto que el secesionismo ha sido una fuente de tensión en la vida política pero también un acicate para encontrar soluciones dentro del marco constitucional. Más allá de las diferencias reales de ideas, que son absolutamente legítimas, es necesario llegar a un acuerdo. Sería inadmisible una repetición electoral. Votaremos el domingo sabiendo que el tiempo de las llamadas “mayorías suficientes” se ha acabado. La fragmentación parlamentaria no parece que vaya a hacer posible la mayoría de bloques de izquierda y de derecha.

Por eso nos parece que el voto más inteligente y realista es el que apoye una mayoría transversal de constitucionalistas. Una mayoría que dé estabilidad a España para dar respuesta a la cuestión catalana, para afrontar la ralentización de la economía, para empezar a afrontar las grandes reformas que están pendientes desde hace años.

Si todas las encuestas no se equivocan de forma rotunda, será el PSOE el que obtenga más votos y más escaños. El voto al PSOE es un voto a la formación que puede liderar un tripartito informal con PP y Ciudadanos. Cuando hablamos de tripartito no hablamos ni de gran coalición ni de entrada en el Gobierno de los de Casado y de los de Rivera. Hablamos una serie de acuerdos que permitan la investidura y aprobar unos presupuestos. El voto al PSOE tiene riesgos. Porque Pedro Sánchez ha mostrado poca flexibilidad y poca disposición para llegar a compromisos con el PP y Ciudadanos. Porque no ha mostrado empatía con el nuevo tiempo político. Porque el recuerdo de su acercamiento al independentismo está muy fresco. Porque su política económica plantea dudas. Y porque ha mostrado demasiada facilidad para la políticas de fractura.

El PP, especialmente en los últimos meses, ha ofrecido Pactos de Estado a los socialistas en cuestiones esenciales. Pero el voto a los populares también tiene riesgos. Es un partido en el que todavía tiene que fraguar una renovación que lo aleje de una mentalidad hegemónica y autista en la relación con la sociedad. El recuerdo de los casos de corrupción, muchos pendientes todavía de ser juzgados, provoca un lógico rechazo. Es un partido que tiene pendiente una agenda social y educativa convincente.

Ciudadanos ha sido la formación que ha defendido en los últimos días un acuerdo de los constitucionalistas. El voto a Ciudadanos tiene también riesgos. Porque su responsabilidad en la repetición electoral, sin llegar a ser como la del PSOE, es muy alta. Porque cuando tenía que cumplir un papel esencial de partido bisagra no entendió cuál era su misión. Porque en algunas cuestiones traslada su mentalidad liberal hasta el plano antropológico, rompiendo con los pocos consensos elementales que quedan en este terreno.

Hay que elegir papeleta. Votar no significa adherirse a un sistema de pensamiento. Creemos que hay que votar para que se pueda formar la mejor mayoría constitucionalista. No hay que tener mucho miedo a equivocarse. Seguiremos votando y se puede corregir en las próximas. Esperemos que no sean dentro de unos meses.

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