Virguerías laborales
El viernes, al cierre de los mercados, había satisfacción en Génova. La prima de riesgo, en la segunda semana tras el 20-N, había pasado de 500 a 339 puntos. Los mercados anotaban que lo de Merkel y Sarkozy para refundar el euro con una unión fiscal va en serio. El próximo miércoles Rajoy oirá, con toda probabilidad, de boca del presidente francés, que la canciller alemana ha flexibilizado su postura y está dispuesta a que el BCE tenga barra libre para hacer frente a los ganan dinero tirando contra la moneda única. La Merkel parece dispuesta a ceder ahora que ya se han marchado los gobiernos problemáticos de Grecia, Italia y España. Pero doña Angela el viernes en el Bundestag dejó claro los requisitos: nuestro país tiene que reducir el paro. Los sindicatos, sin embargo se resisten a los dos cambios más necesarios para que el desempleo empiece a disminuir.
Simón Bentolilla publicó hace unos meses un trabajo en el que explicaba que parte del aumento del paro en España se debe a la gran diferencia entre los contratos indefinidos y temporales, a la falta de un contrato único. El gobierno saliente, aferrado a los esquemas de finales de los años 80, volvió a fomentar el pasado mes de agosto los contratos temporales. Los resultados están a la vista. Como es también patente el despropósito de una regulación de la negociación colectiva que, cuando las cosas vienen mal dadas, no permite ajustar las condicionas laborales y aboca al despido. No se trata de virguerías o de retoques, se trata de empezar de nuevo.