Vergüenzas al aire
En un país con un 25% de economía sumergida, el espectáculo de la ciudadanía haciéndose cruces y aspavientos al enterarse de que presuntamente los líderes del PP han estado aceptando sobres con disimulo es otra muestra de la creciente hipocresía social. Porque una cosa es el legítimo acoso y derribo de un adversario político sospechoso de tener poca ética y menos cerebro, y otra muy distinta la moralina infumable (herencia del zapaterismo, herencia a su vez del aznarismo de la segunda legislatura) incrustada en la mente de un pueblo que evita sistemáticamente, cuando le dejan, el pago del IVA, oscureciendo voluntariamente su propio dinero hasta hacerlo negro.
En realidad lo relevante es la procedencia de la pasta de los presuntos sobres. Porque si bien es cierto que una donación puede implicar la tácita aceptación de un trato de favor, una comisión es un robo directo a la gente. Pero es probable que esta distinción no llegue a visualizarse en la mente de los españolitos, y la broma le cueste un disgusto a PP, al gobierno y, en este momento, al país. Eso sí, algunos se lo tendrían merecido, por cretinos.
En este contexto, como un faro en la niebla, resuena proverbial el gracejo de Alfonso Guerra cuando, al ser interpelado sobre el paro, comentaba muy serio que ellos habían creado un millón de empleos en economía sumergida. Lo que es casi como rasgarse las vestiduras, pero de abajo a arriba.