Venezuela, los obispos dicen ´basta´ a Maduro
Los obispos venezolanos han publicado un llamamiento donde piden un referéndum revocatorio contra Maduro dentro de este año (este instrumento está establecido en la Constitución), la apertura de un canal humanitario para la entrada de medicinas y la liberación de presos políticos. Estas son las prioridades a resolver en Venezuela según la Exhortación de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), con la que el pasado 12 de julio los obispos se posicionaron contra el gobierno de Nicolás Maduro. El documento, estructurado en 17 puntos y titulado “El Señor ama al que busca la justicia”, pide una respuesta inmediata a la dramática situación que vive el país.
“El objetivo de este documento”, afirma monseñor Baltazar Enrique Porras, arzobispo de Mérida, es “evitar males mayores. La comida escasea, no tenemos medicinas, falta asistencia sanitaria y la seguridad está fuera de control. Estamos preocupados, el país está al borde del abismo y el gobierno no hace otra cosa que negar la realidad”.
“La democracia en Venezuela está resquebrajada”, denuncian los prelados, y alertan que “el Estado de Derecho consagrado en la Constitución, se ha debilitado. Vivimos prácticamente al arbitrio de las autoridades y de los funcionarios públicos, quienes tienden a convertirse en los censores de la vida, del pensamiento y de la actuación de los ciudadanos. Tales actitudes y procedimientos son inaceptables”. A pesar de todo esto, en Venezuela se celebran elecciones “regulares”. El pasado diciembre la oposición obtuvo de hecho la mayoría en el Parlamento, ¿por qué se habla entonces de una democracia resquebrajada? Ganando el Parlamento, la oposición está bloqueada frente al ejecutivo. Según el arzobispo, “el gobierno es consciente del hecho de que todos los sondeos de opinión le dan más del 80% de rechazos. Han secuestrado el poder judicial (el Tribunal Supremo de Justicia bloquea constantemente al Parlamento con sus sentencias) y el Consejo Nacional Electoral está al servicio de los intereses gubernamentales. Se inventan de todo para evitar el referéndum revocatorio al mandato del presidente, un instrumento contemplado en la Constitución actual, por iniciativa del mismísimo Hugo Chávez”.
Además, “todas las posiciones clave del gobierno están en manos de los militares. Hasta en las colas de los supermercados, en las tiendas de alimentos, los militares siempre están presentes. La represión no deja de crecer, las zonas de libertad no hacen más que reducirse”. Según Mons. Porras, durante la rueda de prensa para presentar el documento episcopal, el presidente venezolano ocupó los medios imponiendo una transmisión única de ámbito nacional. “Pero la censura es una acción permanente del gobierno. Vivimos en un constante apagón informativo, solo tenemos las redes sociales para comunicarnos entre nosotros y saber lo que pasa en el país”.
La crisis moral es peor aún que la económica y política, afirma el documento. Diecisiete años de políticas económicas “socialistas” han llevado al fracaso del país y el 76% de la población se encuentra en condiciones de extrema pobreza. Venezuela ya no es capaz de producir nada. Entre expropiaciones, persecuciones a los empresarios y políticas equivocadas de cambio de divisas, los “chavistas” han acabado con el sistema productivo del país. Por eso el pasado 10 de julio vimos a 35.000 venezolanos cruzando en un solo día la frontera con Colombia para hacer la compra. Cada día aumentan las protestas y los saqueos a las tiendas de alimentos. En este escenario, ¿cómo identificar la crisis moral?
“La corrupción crece porque vivimos en el imperio de la mentira, la manipulación y la impunidad. La corrupción ha invadido la vida nacional e, indudablemente, eso ha creado una cultura de la violencia y la supervivencia”, afirma el arzobispo, y explica que el exponente de esta degradación moral es la reventa “en negro” de productos alimentarios a precios desorbitados, lo que popularmente se llama ´bachaqueo´. Pero la impunidad también lleva consigo el aumento de la violencia (90 homicidios por cada cien mil personas en 2015). No en vano Caracas lidera la triste clasificación de las ciudades más violentas del mundo, según la organización mexicana Consejo Civil para la Seguridad Pública y la Justicia Penal.
“El discurso belicista y agresivo de la dirigencia oficial hace cada día más difícil la vida. La prédica constante de odio, la criminalización y castigo a toda disidencia afectan a la familia y a las relaciones sociales”, afirma el documento. De hecho, la Iglesia ha sufrido en sus propias carnes las consecuencias de la violencia política. Merece la pena recordar la agresión a cuatro adolescentes, alumnos del seminario de Mérida, el pasado 1 de julio por parte de un grupo de delincuentes progubernamentales.
“La desesperación puede llevar a un estallido social. En el episcopado venezolano estamos muy preocupados, y por ese motivo hemos decidido hacer este llamamiento, sobre todo en nombre de los más pobres. Como pastores, todos los días vemos cómo mueren muchos niños por la falta de medicinas, vemos cómo adelgaza la gente a causa de la desnutrición, vemos angustiados a muchos niños que dejan de ir a nuestras escuelas porque no tienen nada que comer. Esta es la realidad que vivimos en Venezuela”.