Venezuela: crisis institucional

Mundo · R. N.
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15 abril 2013
La ajustada y pírrica victoria de Nicolás Maduro va a hundir a Venezuela en los próximos meses en una profunda crisis política e institucional. Los resultados dejan muy herido al chavismo y al liderazgo de Maduro y otorgan a Henrique Capriles una enorme fuerza con capacidad para hacer tambalear al régimen. El deterioro del apoyo electoral al chavismo es un proceso que hunde sus raíces en la segunda mitad de la pasada década pero que ayer domingo llegó a su punto más alto.
El deterioro electoral chavista
 
Los resultados electorales del pasado mes de octubre, la última victoria de Hugo Chávez ya mostraban un país partido en dos, casi mitad por mitad, y muy polarizado. Hasta ese 7 de octubre de 2012, Chávez podía exhibir cifras aplastantes en sus victorias electorales, de más del 60% de apoyo que ahora ya no existen.
 
Pero hace seis meses, por primera vez,  Hugo Chávez no arrasó. En 1998 superó el 56% de los votos y aventajó en más de 16 puntos a Henrique Salas.  En 2000 se impuso a un excompañero ideológico como Francisco Arias Cárdenas por más de 22 puntos y superó el 59% de los votos.
 
Y en 2006 ganó al opositor antichavista Manuel Rosales por casi 26 puntos y superó el 62% de los votos.
Por lo tanto, en estos doce años no solo fue aumentando su apoyo (desde el 56% al 62%) sino también la diferencia con respecto a sus rivales (de 16 puntos a más de 25).
 
Ya en el referendum de 2007 Venezuela dijo ‘no’ a la reforma constitucional patrocinada por Hugo Chávez.
Por un estrechísimo margen, 50,7% frente a 49,2%, los opositores al presidente venezolano le provocaron su primera derrota en las urnas desde 1998.
 
En las elecciones de octubre pasado su ventaja menguó hasta solo 11 puntos, lo cual seguía siendo una importante ventaja.
 
Sin embargo, ahora, sin Chávez, el apoyo al chavismo encarnado en Maduro ha caído significativamente: solo ha sacado una ventaja de un punto y medio, 230 mil votos. Y eso que el oficialismo tuvo a su favor todo el peso del aparato del Estado, los medios de comunicación oficial y los ingresos de PDVSA.
 
Escenarios del chavismo
 
A corto plazo el chavismo será una piña en torno a Nicolás Maduro. Las diferencias y las discrepancias, ahora profundizadas por el mal resultado del candidato oficial, deben pasar a un segundo plano pues en juego está el mantenerse en el poder lo cual es vital para que el “chavismo sin Chávez” sobreviva.
 
Por el momento, el recurso es a la movilización, donde el chavismo se siente como pez en el agua. El jefe de campaña del chavismo, Jorge Rodríguez, ha llamado a los venezolanos a defender “en paz, pero en la calle” la democracia y la revolución y los invitó al palacio de Gobierno para acompañar a Maduro: “Llamamos al pueblo a mantenerse en calma, en paz, pero en la calle defendiendo la patria, defendiendo la revolución, defendiendo la democracia y defendiendo la paz”.
En caso de superar la actual tormenta, Madurotendrá que pagar la deuda contraída y las familias chavistas “no maduristas” le pasarán más pronto que tarde la factura.  Las Fuerzas Armadas, las milicias, los partidarios de Diosdado Cabello ahora no mostraran sus colmillos a su “líder” sino a la oposición.
 
Después, será diferente y Maduro, debilitado y en parte deslegitimado como líder indiscutible del movimiento, tendrá que ceder cuotas de poder.
 
Habrá que ver si en esa coyuntura aparece el Maduro del que muchos hablan y nadie conoce. El líder sindical con muñeca para negociar, hábil para pactar y más flexible en muchos aspectos que Hugo Chávez.
 
Enfrente estarán un conjunto de poderes fácticos chavistas con grandes aspiraciones de seguir controlando amplias cuotas de poder y de llegar mucho más alto. Es el caso de Diosdado Cabello quien no ha tardado en mandar un mensaje para navegantes al admitir hoy que el ajustado triunfo de Maduro, “obliga” a “una profunda autocrítica”: “profunda autocrítica nos obligan estos resultados, es contradictorio que sectores del pueblo pobre voten por sus explotadores de siempre … Busquemos nuestras fallas hasta debajo de las piedras pero no podemos poner en peligro a la Patria ni el legado de nuestro Comandante”.
 
Y todo ello porque si hay “derrotadas dulces” también hay “victorias amargas”, y un caso de libro es la obtenida por Maduro en la jornada del 14 de abril.
Escenarios en el antichavismo
 
Los resultados del 14 de abril consolidan a Henrique Capriles como líder indiscutido de la oposición. “Que Capriles haya reducido casi 17 puntos porcentuales en semana y media es un hecho de gran significación política”, ha señalado el analista político John Magdaleno.
 
Su derrota, en caso de confirmarse cuando se efectúe el recuento, es muy dulce. Habría perdido por solo 230 mil votos teniendo en contra a todo el aparato mediático, financiero y estatal
 
Ha dejado de ser una cara bonita y joven, como pudo ser visto el 7 de octubre de 2012, para transformarse en un líder sólido de la oposición con capacidad para hacer tambalear un régimen que lleva 14 años en el poder.
 
En palabras ahora proféticas de María Teresa Romero en el diario El Universal, “vemos a un Capriles crecido, en todo su esplendor político. Más seguro y arrojado que en el pasado, pese a que hace un mes ni chavistas ni opositores daban un medio por su candidatura … ha sabido reconocer sus errores pasados. De allí que haya reconstruido su comando, su discurso y su estrategia de lucha electoral. Ello le ha traído réditos inmediatos”.
 
Y añadía la analista de Infolatam: “HCR ha pasado a ser un fenómeno electoral y puede darnos una buena sorpresa. Pero aunque no gane las presidenciales, la unión opositora que ha construido y la conexión que ha logrado con los venezolanos, dejará a la alternativa democrática con un líder real y bien equipada para los duros tiempos que se avecinan, aún más con el nulo de Nicolás Maduro como encargado del país”.
 
De todas formas, su papel ahora no es fácil ni envidiable. Debe aunar las cualidades de un Alejandro Toledo, quien fue capaz de liderar gran movilizaciones sociales que terminaron acelerando el colapso del régimen fujimorista en 2000, con la habilidad de un Nelson Mandela de pactar con el viejo régimen y evitar la escala de venganzas y odios. Sobre todo en un país partido en dos y muy polarizado como Venezuela.
 
Debe evitar los extremos. Ni ser demasiado condescendiente o timorato (como fuera Efraín Ríos Montt en Guatemala en 1974), ni excesivamente radical, lo cual podría conducir al país a convertirse en un nuevo Egipto.
 
Sus primeras palabras parecen ir por el camino adecuado (firmeza y legalidad): “yo no pacto con la ilegitimidad, con aquellos a los que considero que no son legítimos, cuando el resultado que presentó el  Consejo Nacional Electoral (CNE) es sobre la base de 3.200 incidencias”. Habrá que ver si logra mantener ese difícil equilibrio.
 
Ocurra lo que ocurra, en Venezuela huele ya a “fin de régime”, a un breve “chavismo sin Chávez” y a una perspectiva muy cierta de deschavización.
 
 Infolatam 

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