Urgente cambio de los partidos

La ley debe obligar a los partidos acelebrar congresos con periodicidad máxima bienal, a que los delegados ocompromisarios en dichos congresos sean elegidos por votación secreta entre losmilitantes del partido, y a que los candidatos a cargos electos sean votadoscon participación directa de todos los militantes en condiciones de igualdad ycon garantías de limpieza, cosa que ahora no sucede en absoluto. Al no cumplirsu función los partidos degeneran en una mezcla de empresas, en el mejor de loscasos, y de mafias, en el más corriente, y se convierten en organizacionesperfectamente capaces de anteponer sus más indefendibles intereses al interésgeneral. Hay que acabar con esto haciendo posible que la política democráticasea un auténtico servicio a los ciudadanos y limpiando y haciendo transparenteel funcionamiento de los partidos y, con ello, de las administracionespúblicas.
Los partidospolíticos deben someterse a minuciosas auditorias externas eindependientes. El único sistema capaz de garantizar la funcionalidadrepresentativa de los partidos políticos es la democracia interna, un mandatoconstitucional muy específico que hará posible la transparencia, la libertadpolítica y la limpia competencia por el honor de representar y gobernar a losespañoles. Es preciso evitar que los sistemas internos de elección puedanser controlados y falseados por los que resultan ser supuestamenteelegidos, y que las listas electorales sean confeccionadas bajo criterios dedocilidad y afinidad política, con independencia de los méritos, experiencia yrepresentatividad de los candidatos.
Hace faltaregular con eficacia y transparencia la financiación de los partidos. Elsupuesto control del Tribunal de Cuentas es un sarcasmo, de manera que hay queconseguir que las cuentas puedan ser controladas por cualquier militante eincluso por cualquier ciudadano, la única manera de acabar con la corrupciónpolítica que nos abruma. Se trata de regular con cierta precisión los derechosde los militantes y las formas de tutela de los procesos electorales internos yde los conflictos que, en su caso, se puedan suscitar. Hasta ahora los partidosson un territorio sin ley, deben dejar de serlo.
Una de lasmejores noticias de los últimos días es que el PSOE se ha mostrado partidariode promover una reforma de este tipo: si se atreviere a llevarla efectivamenteal Parlamento, no habrá nadie que pueda ponerle un pero, porque los españolesnos hemos dado cuenta de cuál es la úlcera por la que la democracia sedesangra, el agujero sin fondo de unos partidos sin ley ni control, unasorganizaciones en las que abundan las actividades cuasi delictivas al amparodel prestigio que todavía conserva la democracia, un valor social que estáempezando a peligrar por la ineficiencia, el cinismo y los abusos de lospartidos.
JoséLuis González Quirós es profesor de Filosofía de la Universidad Rey JuanCarlos, analista político y unos de los promotores de la plataforma Reconversión