¿Una nueva Tiananmen?
Lo que está sucediendo estos días en Hong Kong, si para un observador distraído es una explosión imprevista, en realidad, según el padre Bernardo Cervellera estaba anunciado desde hacía más de un año. Al grito de ´Occupy Central´, miles de manifestantes han salido a las calles de la ex colonia inglesa para pedir esencialmente una cosa: democracia.
Pero Hong Kong corre el riesgo de acabar con el resto de China, a pesar del estatuto especial del que goza desde su independencia. En 2017 están previstas las elecciones del nuevo gobernador y Pekín ya dijo hace tiempo que será él quien elija a los candidatos. Pero la gente, acostumbrada a esa libertad que en China sigue siendo un espejismo, quiere elegir directamente a quién votar. Eso ha provocado incidentes muy violentos entre los manifestantes y las fuerzas del orden, que hacen temer una nueva Tiananmen.
Padre Cervellera, para muchos observadores lo que está sucediendo en Hong Kong es una especie de sorpresa. ¿Qué valor tiene hoy la antigua colonia inglesa para China?
Desde el punto de vista económico, Hong Kong actualmente depende mucho de China, sobre todo después de la crisis asiática de 1996-98. Toda la economía depende sustancialmente del resto del país, aunque sigue habiendo muchas compañías que tienen allí su centro financiero y sus fábricas. Sigue siendo un centro financiero internacional, gran parte del comercio internacional pasa por allí, pero por ejemplo la actividad industrial que había antes ya no la hay.
¿Y desde el punto de vista político? Desde su independencia, Hong Kong ha sido una realidad atípica en la gran China comunista.
Desde este punto de vista, Hong Kong se ha convertido en una especie de espejismo para los chinos, que van allí de vacaciones y ven todas estas cosas buenas que hay, pero sobre todo toda la libertad que existe. Esa libertad la ven como un espejismo, un sueño que envidian, porque al terminar las vacaciones vuelven al lager que es China. Hong Kong es el oasis de muchos chinos, en un sentido no solo ilusorio sino real.
¿Qué quiere decir?
En sentido real, porque está muy vinculado a la situación actual de China en su conjunto, es decir, la defensa de la democracia de Hong Kong es una espina en el costado de China entera, y es también algo que todos los chinos desearían.
Las manifestaciones de Occupy Central están motivadas por las elecciones del nuevo gobernador en 2017, porque Pekín quiere decidir quiénes son los candidatos, ¿es así?
Es más que esto. La gente de Hong Kong quiere algo mucho más específico de lo que imagina Pekín. Quiere la democracia total, que cualquiera pueda ser candidato, que cualquiera pueda ser elegido. Pero Pekín quiere elegir a priori los candidatos a los que votar.
¿Existe un riesgo real de que tenga lugar una nueva Tiananmen, como dicen algunos?
Hay ciertas similitudes. La exigencia de democracia comenzó con una huelga de estudiantes y ahora en la calle también hay trabajadores, funcionarios, profesores que se han unido. En este sentido hay puntos en común. Desde el punto de vista de la represión, hace poco había posibilidades de comparación, cuando se endureció la respuesta de las autoridades y se produjeron amenazas de ciertos periódicos chinos pidiendo la intervención del ejército.
¿Ahora qué ha cambiado?
Han visto que la violencia no sirve y que a pesar de la represión violenta aún hay más gente que pide ´occupy central´. Todos están dando un paso atrás, también los manifestantes, y los artículos amenazantes han desaparecido de las páginas web chinas.
¿Qué puede pasar en los próximos días?
No se sabe qué pasará. Lo que sin duda no se parece a Tiananmen es que Occupy Central dijo hace año y medio que saldría a la calle. Sin embargo, el gobernador actual nunca ha hablado con ellos y ha presentado un informe sobre las exigencias de democracia en Pekín donde ni siquiera les cita. Este gobernador ha hecho un pésimo servicio, y claramente era una marioneta.
Occidente, que tiene relaciones económicas con Pekín, raramente interviene cuando se trata de derechos humanos, ¿sucederá así también ahora?
América ha dicho de palabra que apoya la petición de democracia de la población y Pekín inmediatamente ha respondido que este es un asunto puramente interno donde EE.UU no debe inmiscuirse. Pero como ha sucedido en todas estas décadas, derechos humanos y democracia no son valores que sirvan en los negocios. Las relaciones económicas en cierto modo mafiosas que existen con China, basadas en amistades personales de ciertos políticos y empresarios, deben dejar al margen los problemas humanos. Pero la falta de democracia al final perjudica al verdadero libre comercio.
El cardenal Tong, jefe de la Iglesia católica de Hong Kong, parece apoyar de un modo explícito a los manifestantes, ¿no es así?
La Iglesia católica desde hace más de año y medio apoya las exigencias de democracia de estos movimientos, y también hay muchos políticos católicos y protestantes que están en primera línea. Pero lo primero que hace falta es que no haya un baño de sangre. En cualquier caso, hay un gran compromiso por parte de los católicos que entienden que la democracia que se pide en Hong Kong es algo que también puede ayudar a China.