¿Una nueva mayoría?
En las encuestas independientes, aparece que Chávez conserva un buen nivel de popularidad pero se ha debilitado su capacidad de portaviones. Los electores se inclinan por candidatos que garanticen una buena gestión. Los analistas señalan que el escenario ha tenido un cambio importante, con la aparición de la disidencia, con fuerza suficiente para representar un tercer actor. Ejemplo relevante es Barinas, donde Julio César Reyes, candidato disidente a la gobernación, aparece mejor posicionado que Adán Chávez, hermano del presidente. Su mensaje es que se mantiene leal al proceso revolucionario pero está en desacuerdo con que los familiares de Chávez manejen el Estado como si fuese hacienda de su propiedad. Otro caso es Guárico, donde Chávez impuso a Willian Lara, uno de sus incondicionales, y lo enfrenta a Leslie Manuit, quien se separó del PSUV en protesta por la imposición presidencial, y a una semana de los comicios aparece aventajando a Lara. Son casos emblemáticos, aun cuando hay candidatos disidentes, con altos porcentajes de opinión favorable, en otros tres o cuatro estados. La segmentación consolidada de opinión pública le da al chavismo 41%, y en la segmentación cualitativa un sector de chavistas no comparten las iniciativas del oficialismo.
Dando por buenos los datos de GIS, si el 45% votará por el PSUV, ¿dónde irán los votos del 55%? La pregunta es pertinente porque en el REP aparecen inscritos cerca de 17 millones. Sobre la cifra de abstención no hay mayor discusión: todos admiten que estará entre 40 y 45%. De ser así, la referencia de votantes es 10 millones, con variables no significativas. Según la encuesta oficialista, el 45% del PSUV representa cuatro millones y medio de votos. El PSUV ganaría la mayoría de las gobernaciones, correspondientes a los estados menos poblados, donde el voto rural, de aldeas y poblaciones pequeñas es más sensible a las misiones y susceptible de manipulación en centros electorales totalmente controlados por militantes del PSUV, sin presencia efectiva de testigos de la oposición. Aun así, el voto opositor será mayoritario, pues lo tiene asegurado en la región norte costera, más poblada, mayoritariamente urbana, con clases medias críticas, exigentes de respeto a la descentralización. Votaron mayoritariamente por el NO y allí los partidos tienen una buena maquinaria de control electoral.
Frente a esa hipótesis, el régimen intentará crear, nacional e internacionalmente, la matriz de opinión de un triunfo apabullante, mediante exit polls y quick counts que serán difundidos por su vasta red de comunicación, antes de concluir los escrutinios, con el silencio cómplice del CNE. El desafío democrático es poner acento en el volumen de votos por las gobernaciones, donde la diferencia puede superar el millón, opacando el número de gobernaciones. Es el reto post 23-N. Demostrar que frente a Chávez ha surgido una nueva mayoría, con potencialidad para protagonizar con éxito la agenda del 2010: un nuevo Parlamento.