Una historia americana

España · Paolo Vites
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28 julio 2015
Beverly Hilton, Beverly Hills, California, 11 de febrero de 2012. En la bañera de una suite aparece boca abajo el cuerpo de una mujer. A primera hora de la tarde, en el hall la espera su compañero, el cantante Ray J, para ir juntos a la fiesta de los Grammy, los premios más importantes de la discografía americana, y por tanto del mundo. Empieza a preocuparse por su retraso y le pide al personal del hotel poder entrar en su habitación. Son las 15.43h cuando hallan el cuerpo de Whitney Houston en la bañera.

Beverly Hilton, Beverly Hills, California, 11 de febrero de 2012. En la bañera de una suite aparece boca abajo el cuerpo de una mujer. A primera hora de la tarde, en el hall la espera su compañero, el cantante Ray J, para ir juntos a la fiesta de los Grammy, los premios más importantes de la discografía americana, y por tanto del mundo. Empieza a preocuparse por su retraso y le pide al personal del hotel poder entrar en su habitación. Son las 15.43h cuando hallan el cuerpo de Whitney Houston en la bañera. No presenta señales de vida, desesperadamente intentan reanimarla pero es inútil. La que muchos consideran una de las grandes voces de la historia de la música ha muerto. Causa oficial del deceso: muerte accidental, pero en el cuerpo de Whitney, como se leerá en los resultados de la autopsia, hay restos de marihuana, cocaína, antidepresivos y alcohol. Un paro cardiaco causado “por una enfermedad coronaria, arteriosclerosis, agudizada por el prolongado consumo de estas sustancias”. En el momento de su muerte, Whitney Houston tenía 48 años. Aquella noche iba a actuar en la ceremonia de los Grammy.

31 de enero de 2015. Una joven aparece boca abajo en la bañera de su apartamento en Georgia. La encuentra su compañero, Nick Gordon, que trata inmediatamente de reanimarla, pero ella no responde, aunque parece que aún respira. La trasladan al Nord Fulton Hospital de Roswell y entra en coma inducido. Los médicos dan muy pocas esperanzas: la función cerebral es escasa y la posibilidad de recuperación sería un milagro. Llega al hospital su padre, el rapero Bobby Brown. La joven es Bobbi Kristina Brown, su madre se llamaba Whitney Houston. Estará conectada a las máquinas durante casi siete meses. El 26 de julio el padre empieza a avisar a la familia: las máquinas se han parado, Bobbi Kristina ha muerto. Tenía 22 años y desde que murió su madre empezó a abusar de las sustancias estupefacientes y del alcohol, para intentar atenuar su dolor. Madre e hija han muerto de la misma manera y por las mismas causas.

La de Whitney Houston y su hija Bobbi Brown es una historia típicamente americana. La madre de Whitney era una famosa cantante de gospel y soul, Cissy. Sus primas también eran dos intérpretes extraordinarias, Dione y Dee Dee Warwick. La madre, reflexiva y atenta, aun viendo que las dotes de Whitney ya eran notables desde pequeña, le impidió entrar en el mundo del espectáculo hasta que terminara sus estudios. Trabajó unos años como modelo, dada su belleza, y no sacó un disco hasta 1985, a los 22 años. Fue un éxito mundial inmediato. Whitney entró así en un mundo del que no saldría con vida. Hay un video circulando por Youtube, donde la vemos en el escenario con su hija Bobbi Kristina, cuando esta tendría 6 ó 7 años. Así la presentó al mundo y la pequeña empezó a soñar en aquel momento con seguir los pasos de su madre, pero nunca tendría su talento. La historia es conocida: Whitney Houston se casó con un hombre violento, Bobby Brown, que la llevó a entrar en el mundo de la droga para huir de la violencia. A pesar del divorcio en 2006, la cantante ya nunca consiguió recuperar las ganas de vivir, abandonada en unas condiciones cada vez peores, hasta que murió. 

Es una historia americana de talento malgastado. A pesar de su voz increíblemente hermosa y de la venta de decenas de millones de disco, su repertorio contará siempre con una consistencia bastante escasa, siempre a merced de las estrategias de mercado. Si Whitney Houston hubiera tenido la posibilidad de trabajar con los grandes productores de los años 60, que construyeron la fortuna de una estrella como Aretha Franklin, probablemente se habría convertido en la mejor cantante de la historia. No habría tenido el éxito que tuvo, pero eso tal vez habría contribuido a salvarle la vida. Es una historia americana de éxito, un éxito enorme, desproporcionado. Whitney está en el libro Guinness de los récords por ser la mujer más premiada de la historia de la música, con un total de casi 415 premios, entre ellos 6 Grammy, 2 Emmy, 31 Billboard Music Awards y 22 American Music Awards. Como Elvis, cualquiera puede tener éxito en América, pero también como Elvis, una persona que llega a ser el rey es alguien único. Y como Elvis, esos niveles de éxito pueden ser mortales. Es una historia americana de soledad y violencia, y de huida de una realidad imposible de soportar. Bobbi Kristina Brown creció en medio de esta historia americana y, como a su madre, esta historia la terminó matando cuando solo tenía 22 años. Cuando Whitney murió, la joven heredó toda su inmensa fortuna. Solo le faltaba una cosa: una madre que probablemente nunca tuvo. Quién sabe lo que habría visto en aquella casa la pequeña Bobbi Kristina. Quién sabe cuántas veces habría tenido que recoger a su madre del suelo, desfallecida por los efectos de la droga y el alcohol. Quién sabe cuántas veces la habría consolado tras las palizas de su padre.

La última actuación de Whitney Houston tuvo lugar dos días antes de su muerte. El 9 de febrero subió por sorpresa en el escenario del Tru de Hollywood durante una actuación de Kelly Price para hacer un dueto con ella. Espontáneo, improvisado. Se acordó de una vieja canción que cantaba de pequeña en la iglesia baptista New Hope, donde a los 11 años llegó a convertirse en voz solista. Se titulaba “Jesus love me”. Más que una oración, es una constatación: Jesús me quiere a pesar de todo, a pesar del desastre que he causado con el don de la voz que he recibido, y probablemente sea también el último abrazo y mensaje para su hija. Que ahora se ha reencontrado con ella, al final de una auténtica historia americana.

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