Una compasión que construye la historia
Por su interés publicamos la Línea Cope de este lunes.
Los ministros de Interior de la Unión Europea se reúnen en Bruselas para intentar encontrar soluciones a la crisis de los refugiados. Sobre la mesa está la propuesta de acoger a 160.000. No es un asunto fácil, es necesario poner orden en la medida de lo posible. Alemania, que ha sido extraordinariamente generosa, se ha visto obligada a reestablecer los controles en sus fronteras.
En cualquier caso, el primer impulso de generosidad mostrado por muchos europeos y sus instituciones no es un error ni el producto de un sentimentalismo fofo. Es humanísimo que ante el dolor del otro se produzca un movimiento de compasión. Esa compasión construye la historia. No hay que sospechar del deseo de ayudar. “Frente a la tragedia de decenas de miles de refugiados que huyen de la muerte estamos llamados a ser hospitalarios”, ha asegurado el Papa Francisco. Luego, es verdad, hay que encontrar soluciones estables y realistas.
Pero la mejor tradición Europea se nutre de la caridad, de la solidaridad hacia el necesitado. Los sirios que huyen de la guerra, cristianos o musulmanes, son víctimas, no verdugos. No es justo sembrar dudas sobre los humillados que dejan atrás el terrorismo. La integración es sin duda un reto, y requiere que Europa responda a una pregunta: ¿por qué estamos juntos? Y esa es una pregunta decisiva para nuestro futuro.