Un sexto escenario para Europa

Mundo · Ángel Satué
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20 septiembre 2017
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, compareció el pasado miércoles 13 de septiembre ante el Parlamento para hacer balance del año y presentar el nuevo curso político. El debate sobre el estado de la Unión es la primera gran cita de la política europea, para el curso que comienza tras el parón del verano. El conservador Juncker –elegido por la mayoría del Parlamento en 2014– se dirigió al Parlamento de más de 500 millones de personas, la mayor unión de democracias del mundo.

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, compareció el pasado miércoles 13 de septiembre ante el Parlamento para hacer balance del año y presentar el nuevo curso político. El debate sobre el estado de la Unión es la primera gran cita de la política europea, para el curso que comienza tras el parón del verano. El conservador Juncker –elegido por la mayoría del Parlamento en 2014– se dirigió al Parlamento de más de 500 millones de personas, la mayor unión de democracias del mundo.

La expectación era máxima, pues Juncker debía concretar cuál de los cinco escenarios de futuro, de aquí a 2025, pensaba más adecuado para la Unión Europea. Estos escenarios se publicaron por la Comisión antes de la Cumbre de Roma del 25 de marzo, para celebrar el 60º aniversario de la UE. El primero consiste en “Seguir igual”; el segundo, en reducir la Unión al “Mercado único”; el tercero, en apostar por varias velocidades de integración (“Los que desean hacer más, hacen más”); el cuarto, centrarse en hacer menos políticas comunitarias donde no aporte su intervención, pero gastando mejor; y el quinto escenario sería hacer mucho más.

Resultó que Juncker ha invitado a los 500 millones de europeos a un sexto escenario, mezcla de todos los anteriores, basado en una Eurozona para todos los 27 estados (sin Reino Unido) y una Europa a una única y alta velocidad de integración y, por descontado, con el marchamo de origen del intervencionismo comunitario, ciertamente estatalista.

Su discurso se centró en los retos y desafíos a los que se enfrentan los ciudadanos europeos (aviso a nacionalistas: somos ciudadanos europeos, por ser ciudadanos de los 28 países que componen la Unión) en 2017.

´Una UE más unida, fuerte y democrática´. “Es el tiempo de movernos desde la reflexión a la acción; del debate a la decisión”. ´El Estado de derecho no es una opción: es una obligación´. ´En Europa impera la fuerza de la ley, no la ley del más fuerte. La UE se basa en el Estado de derecho y hay que respetar las sentencias judiciales´. ´Turquía se está alejando de la UE a pasos agigantados. No podemos tolerar que los líderes turcos llamen a nuestros primeros ministros nazis y fascistas. Los periodistas deben estar en las redacciones, no en las cárceles´. ´El Brexit es triste, es trágico: siempre lo lamentaremos, ustedes también´. “El Brexit no es el final de Europa´. “Los avances en los aspectos financieros (unión bancaria, Eurozona, presupuesto comunitario, fondo monetario europeo bajo control parlamentario, euro ministro de finanzas de la Unión) solo funcionarán si la Unión adopta un pilar de derechos sociales para proteger a trabajadores, pensionistas y garantiza estándares comunes”. “Inmigración legal es una necesidad para una Europa envejecida”. “La gente sin derecho a permanecer en Europa debe ser retornada a sus países de origen”. “Un único presidente que lidere la Comisión y el Consejo Europeo, elegido después de una campaña electoral llevada a cabo por todo el continente”. Extender mayorías cualificadas (en vez de la unanimidad) para política exterior y temas fiscales puede hacer avanzar a la UE en el camino a la integración.

En definitiva, Juncker ve una oportunidad para unos nuevos felices años 20 europeos. Siguiendo a Jacques Delors y Helmut Kohl, quiere imprimir audacia y valentía a Europa. Estima que hay un renacer europeísta que era impensable hace un año, si bien omite que se vive como el mal menor, ante los amenazantes movimientos populistas, xenófobos, clasistas, aporofóbicos, o identitarios, de izquierda y derecha, azuzados por la crisis económica, de la que Europa ha tardado más en salir que los EE.UU.

Ve en el acento democrático y de la transparencia de la Unión el compañero de viaje de todas las demás reformas de carácter más burocrático. Democracia y burocracia reconoce, a fin de cuentas, el hombre gris luxemburgués, que han de avanzar de la mano en pleno siglo XXI. Así lo demuestra su apuesta por la creación de listas electorales transnacionales y paneuropeas, así como contar con el modelo de elección de candidato a la presidencia de la Comisión, elegido de entre los primeros candidatos de las listas al Parlamento Europeo de los distintos partidos (Spitzenkandidaten), así como convenciones de ciudadanos a lo largo y ancho de Europa.

Sabedor del reto de la gestión de la salida del Reino Unido, y de una Rusia amenazante en el Este, ávida de cobrarse cualquier territorio. De que la recuperación de la crisis económica es aún débil, junto con que la crisis de los refugiados ha expuesto problemas de solidaridad y cohesión graves, acentuando disensiones entre la Europa del Norte y la del Sur, la del Este y la del Oeste. Preocupado por el declinar demográfico (en 2060, ninguno de nuestros Estados miembros representará ni siquiera el 1% de la población mundial), y conocedor de la “frágil” alianza con el hermano norteamericano, es consciente de que solo nos tenemos a nosotros mismos.

Las primeras conclusiones las veremos en el Consejo Europeo de diciembre de 2017, mirando ya a las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2019.

Su discurso, lejos de ser evocador e inspirador de un tiempo nuevo o de la forja de una nueva nación, es marcadamente largo, algo plano, aunque muy ambicioso puesto en boca de un político tecnocrático. En su descargo, decir que se trata de construir un nuevo estado, más que de un nuevo pueblo. En su detrimento, sería interesante que en esta etapa surgieran líderes cívicos y sociales a escala europea, pues de lo que habría de tratar en verdad la construcción de la Unión, si se pretende construir sobre roca y no sobre arena, es de la creación de la sociedad europea, antes que el súper estado europeo.

Al final se trata de si nos creemos lo de “una unión cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa” (artículo 1 del TUE). Y por qué creemos que debe ser así.

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