Un puente donde hubo un muro
En forma coordinada, y como si se tratara de un regalo de cumpleaños para el Papa Francisco, EEUU y Cuba anunciaron el restablecimiento de las relaciones diplomáticas rotas desde 1961, cuando la triunfante Revolución Cubana que derrocara la dictadura de Batista dos años antes se declarara pública y abiertamente marxista-leninista.
Siguieron luego más de cincuenta años de hostilidades verbales, embargo y bloqueo económico de parte de EEUU, crisis de los misiles que puso al mundo en la cornisa del abismo nuclear y aislamiento progresivo de Cuba, que se volvió dramático tras el derrumbe de la Unión Soviética, potencia que sostenía económicamente al régimen de Fidel Castro.
Tanto Barack Obama como Raúl Castro reconocieron y agradecieron en su anuncio la mediación del pontífice argentino en el acuerdo.
Es que la Iglesia, pese a la persecución de la que fue destinataria de parte del castrismo, nunca se olvidó de sus hijos cubanos, y en tanto fue posible se hizo presente de manera elocuente y testimonial con las visitas a la isla caribeña de Juan Pablo II en 1998 y Benedicto XVI en 2012.
La decisión bilateral fue detonada por la situación de Alan Gross, contratista norteamericano preso en Cuba condenado a 15 años de prisión acusado de espionaje: habiendo cumplido ya 5 años de la sentencia, su deteriorado estado de salud llevó a su abogado a anunciar que próximamente moriría encarcelado si no se permitía su adecuada asistencia. Junto con el anuncio diplomático, los gobiernos norteamericano y cubano concretaron un canje de prisioneros, que involucró a Gross y a otro norteamericano y a tres cubanos del denominado ´Grupo de los Cinco´, presos en EEUU acusados a su vez por actividades subversivas.
El embargo económico decretado hace décadas por EEUU (´el genocidio más largo de la historia´ según reza la publicidad oficial del régimen) es fuente real de desabastecimiento de todo tipo de productos manufacturados en Cuba, pero también la gran excusa siempre a mano con la cual la Revolución que no fue justifica sistemáticamente sus fracasos.
Hay un nivel de lectura del restablecimiento del vínculo político entre Washington y La Habana que sugiere la noticia como un éxito castrista: la situación económica cubana se dirigía inevitablemente hacia una nueva y gravísima crisis, provocada por la brusca caída del precio del petróleo. Ello es así por cuanto, pese a no ser un país petrolero, Cuba recibe cantidades de crudo de parte de Venezuela, incluso en niveles superiores a los que necesita, lo que convirtió al país sometido por los Castro en un inesperado exportador de petróleo. Con el barril rondando los 50 dólares, la ayuda venezolana se licúa indefectiblemente. La consecuencia lógica de la noticia conocida esta semana es la mayor llegada de flujo de dinero a la isla, lo que ayudará a aliviar la penosa situación que sufren los cubanos. En primer término, se ampliarán los montos que los cubanos residentes en EEUU puedan enviar a sus familias. Luego, con segura oposición en el Congreso de parte de republicanos y algún sector demócrata mediante, podrá ser el turno de abandonar definitivamente el bloqueo impuesto. Con nuevas condiciones y panorama, el mercado hará lo suyo: sobran dólares en el mundo ávidos de buenos negocios y en Cuba está todo por hacerse, hay 60 años de atraso por recuperar.
Caminar por La Habana vieja ofrece a la vista el espectáculo de una ciudad aún hermosa, pero en estado avanzado de destrucción por evidente falta de mantenimiento e inversiones. Arquitectura urbana, red vial, servicios de todo tipo, locales comerciales, viviendas, indumentaria, conectividad informática, telefonía, electrodomésticos, tecnología, recursos materiales, formación profesional práctica y no teórica, son todos rubros en los que urgentemente Cuba necesita de inversiones públicas o privadas que permitan al talento y al talante indisimulables de los cálidos cubanos ponerse a tono con el mundo.
Por eso, la noticia que dieron al mundo Obama y Castro es una noticia política mayúscula: habría que retrotraerse a 1989 y la caída del Muro de Berlín para encontrar una de su especie.
Obama también consigue lo suyo con la decisión. Debe tenerse en cuenta que el presidente norteamericano se encaminaba al final de su segundo mandato sin lograr cumplir sus dos principales promesas electorales en materia de derechos humanos, a causa de la oposición política interna: la regularización de millones de inmigrantes ilegales, principalmente latinos provenientes de México y otros países de América Central, y la erradicación de la cárcel-base de Guantánamo. La primera de la dos promesas, habiendo fracasado reiteradamente en el Congreso, la cumplió por decreto hace dos semanas. La segunda ahora queda más a mano tras esta decisión diplomática acordada bilateralmente por ambos gobiernos.
Lo que queda es construir un puente donde antes se construyó un muro, por el bien del mundo.