Un problema de credibilidad

España · Pablo Martín de Santa Olalla Saludes
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11 noviembre 2013
Este fin de semana va a tener lugar la Conferencia Política del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Debería tratarse de un encuentro de los socialistas para debatir ideas y perfilar el programa electoral con el que piensan afrontar las sucesivas convocatorias electorales, pero, con la crisis en la que se encuentra inmerso en este momento, y con la encuesta del CIS que le otorga una importante desventaja con respecto al Partido Popular, me parece que se va a debatir mucho más sobre líderes que sobre ideas.

Este fin de semana va a tener lugar la Conferencia Política del Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Debería tratarse de un encuentro de los socialistas para debatir ideas y perfilar el programa electoral con el que piensan afrontar las sucesivas convocatorias electorales, pero, con la crisis en la que se encuentra inmerso en este momento, y con la encuesta del CIS que le otorga una importante desventaja con respecto al Partido Popular, me parece que se va a debatir mucho más sobre líderes que sobre ideas. En otras palabras, sobre personas y no sobre qué ofrecer a los españoles. En ese sentido, son muchos los candidatos que suenan, pero la mayor parte de ellos tienen un común denominador: la falta de credibilidad, y por tanto, la dificultad con la que poder ilusionar al electorado. Que es, por cierto, el mismo problema que tienen en la sede del partido rival, el PP, pero con la diferencia de que ellos ya tienen en el poder.

Parece bien claro que Rubalcaba es un líder con las horas casi contadas. Lleva demasiados años en la primera línea política y, lo peor para él, fue el “hombre fuerte” del peor Gobierno de nuestra democracia, que fue el de la segunda legislatura de Zapatero. Difícilmente puede mandar un mensaje de renovación, porque él encarna el pasado reciente del socialismo español. Si fuera sensato, y yo creo que lo es, debería pensar en dejar paso a otro hombre y convertirse en el Presidente del PSOE, un cargo para el que José Antonio Griñán no parece el hombre más indicado, al menos con las sospechas que pesan en este momento sobre él.

Pero, ¿a quién poner en su lugar? Tres nombres suenan con fuerza: Patxi López, Emiliano García Page y Eduardo Madina. Patxi López es, en ese sentido, el único que puede presumir de conocer la Administración, ya que ya ha sido Presidente de un Gobierno autonómico (el primer lehendakari no nacionalista). Pero tiene un problema: su nombre se encuentra muy relacionado con la negociación con ETA, y todo el tema en torno al asunto de la doctrina Parot ha puesto de manifiesto que muchos españoles (no sólo de la derecha) se encuentran muy sensibilizados con el asunto.

Mientras, Emiliano García Page, Alcalde de Toledo y máximo dirigente del PSOE de Castilla-La Mancha, corre el riesgo de convertirse en el enésimo político que supo manejarse en el nivel local pero que no tuvo éxito en la política nacional: que se lo pregunten a Julio Anguita, o al propio Tomás Gómez. Por su parte, Eduardo Madina, que es joven y víctima del terrorismo, apenas tiene bagaje político. Así, su principal problema es que es uno de esos políticos de carrera de los que los españoles huyen cada vez más.

Quien no se resigna a dirigir el PSOE es Carmen Chacón, a pesar de ser derrotada por Rubalcaba hace casi dos años. Tiene a su favor el combinar juventud con saber lo que es el Gobierno central, ya que pasó por diversas carteras ministeriales. Pero es una criatura de Zapatero, y eso lo saben todos los españoles. Y en este momento que tu nombre se vincule con un presidente que dejó el país es un estado nefasto (tampoco es que Rajoy lo haya mejorado mucho, para qué vamos a engañarnos) no es la mejor carta de presentación.

Queda el valor que cotiza al alza en este momento: Susana Díaz, Presidenta de Andalucía. A su favor está su juventud, su discurso nacional (está sabiendo decir lo que muchos quieren oír) y su personalidad decidida. Pero, como Madina, es una política de carrera, y se añade el hecho de que difícilmente su nombre puede quedar desvinculado del asunto de los ERE: hasta el momento no aparece en ninguna investigación, pero me cuesta creer que Griñán cediera el bastón de mando a alguien que no estuviera directamente vinculada con su gestión como Presidente de Andalucía.

Y luego está, claro está, el clásico tapado/a, un “outsider” al estilo Zapatero en el Congreso del año 2000, algo que siempre puede acabar apareciendo pero cuyo nombre todavía no se conoce. Claro que lo primero que hay que saber es si realmente habrá primarias, lo que deja el tema muy abierto y fuera de control de los principales dirigentes del PSOE, o si final es a través de un congreso donde se decide el nuevo Secretario General, estando entonces la clave en el apoyo de las diferentes federaciones.

Suceda lo que suceda, quien quiera encabezar el PSOE tendrá que afrontar un doble problema: por un lado, su nefasta gestión económica durante los años de Zapatero (y también al final del socialfelipismo); y por otro lado, la corrupción que cada día salpica más a los dos principales partidos del país. Con esa realidad, ser alguien realmente creíble a los ojos españoles es más que difícil. Pero todo es cuestión de darle la vuelta a la situación, y en política todo es posible: o casi todo.

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