Un libro para comprender mejor el inicio del proyecto europeo
Quiero animar a los amigos de estas Páginas a la lectura de un libro, que acaba de aparecer, sobre los orígenes del proyecto de construcción europea. En estos momentos en que muchas personas se preguntan el porqué y el para qué de la Unión Política de Europa merece la pena leerlo. Su título es “Europa, un salto a lo desconocido” (Ediciones Encuentro) y su autora la periodista Victoria Martín de la Torre, con una trayectoria profesional que le hace gran conocedora de los asuntos europeos.
En el prólogo del libro Javier Solana escribe: “El espíritu que animó a los primeros europeístas fue el de derribar fronteras y unir a las personas. Acabaron con el falso mito de que el equilibrio de poder es la base de la estabilidad. Europa ha sido capaz de crear una Comunidad de Derecho, una comunidad dentro de la cual hemos elegido vivir libremente, conocernos mejor y construir juntos un futuro mejor”.
Ayudarnos a comprender el espíritu que animó a los primeros europeístas es el propósito fundamental del libro. La autora, con buen criterio, ha escogido a cinco protagonistas indiscutibles: Jean Monnet, Robert Schuman, Konrad Adenauer, Alcide De Gasperi y Paul Henri Spaak. Todos ellos son personajes cuya trayectoria pública y su aportación a la construcción europea son de sobra conocidas. El acierto de Victoria Martín de la Torre es acercarnos a su dimensión más humana y personal: de qué familias provenían, cómo se formaron, cómo se alimentaron sus creencias, qué trayectorias vitales tuvieron y qué les llevó a propiciar ese “salto a lo desconocido”. Todos ellos pertenecieron a la generación de europeos que sufrieron la experiencia de las dos terribles guerras civiles europeas, la primera en su juventud y la segunda, ya en su madurez. Y padecieron, ellos y sus familias, el azote de los totalitarismos. Eran personalidades muy diferentes, pero con algunos rasgos comunes: fueron, de uno u otro modo, “hombres de frontera”. El libro nos describe, con una técnica narrativa de corte cinematográfico, cómo se conocieron, cómo superaron los inevitables recelos propios de una Europa desgarrada, en la que las heridas de la cruenta historia todavía estaban abiertas, cómo trazaron una red de complicidades, cómo fraguaron una sincera amistad, que facilitó allanar los formidables obstáculos con que se encontraron para dar los primeros pasos hacia una “Europa nueva”.
La estructura narrativa del libro es muy sugestiva. Se van intercalando las vidas de los personajes con los acontecimientos más sobresalientes del inicio del proyecto. Son como unas crónicas periodísticas de aquellos momentos estelares: el Congreso de La Haya, la Declaración Schuman, el nacimiento de la CECA, el fracaso de la Europa de la Defensa, el impulso del Benelux y la firma del Tratado de Roma en el incomparable marco del Campidoglio romano. Son crónicas que nos acercan a aquella Europa todavía devastada y que empezaba a reconstruirse material y moralmente. Y que nos hacen comprender que aquellos primeros pasos fueron una carrera de obstáculos, porque lo que se fue abriendo camino fue una nueva concepción del poder en Europa, que derrumbara los esquemas de la Europa de Westfalia, que rompiera, como se rompe el nudo gordiano, el dogma de la soberanía (del que, por cierto, todavía muchos dirigentes europeos no acaban de desembarazarse).
La crónica del Congreso de La Haya (7 al 11 de mayo de 1948) es deliciosa. Hace vivir al lector los entresijos de aquellos días memorables. Y, a la distancia que nos separa, adquiere su importancia histórica. Porque el Congreso de La Haya fue un formidable éxito, sin el que no se explica lo que sucedió después. Allí se conocieron muchos de los protagonistas de la construcción europea. Y la presencia española no fue marginal, con Salvador de Madariaga en la mesa presidencial, lo que conviene recordar cuando vamos a celebrar los treinta años de nuestra incorporación a la Unión Europea.
La lectura del libro de Victoria Martín de la Torre nos demuestra que aquel comienzo no fue un camino de rosas. Los adversarios eran muy poderosos y las opiniones públicas presentaban resistencias a cambiar de mentalidad. Así nació el europeísmo: siempre en permanente combate. Un combate que hoy necesita un nuevo aliento. Conocer mejor a los “padres fundadores” nos es en estos momentos de gran ayuda. Por esto aconsejo la lectura de esta gran crónica periodística.