Un campeón muy real
Tanto Mourinho como Guardiola han hablado siempre de que la liga da el mayor premio, porque es la regularidad de un recorrido que empieza en el último coletazo del verano y acaba en la florida primavera. Ocho meses en tensión cada fin de semana sabiendo que en la misma carrera compites con la mejor escudería.
Un Madrid que, paradójicamente, no contó demasiado con los últimos fichajes, es decir, que jugando prácticamente con el mismo once que la temporada anterior, se ha hecho grande. Por circunstancias, Ramos se consolidó en el centro de la defensa y con él el equipo ganó solvencia atrás y un nuevo distribuidor de juego. Un Benzema, triste en el campo y fuera del mismo hace un año, se ha convertido en una auténtica referencia del ataque.
Algo que pocos amantes del fútbol imaginarían hace tiempo se ha hecho realidad: hemos visto al Cristiano más solidario, a un CR más compañero que nunca. Ronaldo fue criticado algún tiempo por su nerviosismo en las grandes citas, esto ya es cosa del pasado (salvando las distancias con el penalti fallado en Champions ante el Bayern, que le hace humano). El portugués quiso finiquitar la liga él solito en el Camp Nou.
Mourinho tiene mucha culpa de este éxito y, por supuesto, del cambio personal de los jugadores mencionados. El gen ganador se ha ido haciendo hueco cuando el viento corría a favor y en contra.
La rivalidad entre Madrid y Barcelona en los últimos años se ha elevado a niveles inéditos, lo que da más valor si cabe a este triunfo. Esto ha provocado que Florentino Pérez tenga una deuda pendiente con la entidad a la que representa: recuperar los valores por los que el madridismo se ha caracterizado a lo largo de toda su historia.
Por lo demás, gracias a los participantes por brindarnos este maravilloso espectáculo que es el fútbol. Felicidades al campeón.