Trump contra todos y la amenaza de Sanders
El proceso que conducirá hasta la elección del nuevo presidente de los Estados Unidos entra en acción con el inicio de las primarias que llevarán a la designación de candidatos de los dos grandes partidos, demócrata y republicano. El procedimiento es como siempre complejo y los debates, como siempre, muy vivaces, pero esta vez parece que la contienda va a sacar a la luz los problemas más profundos que afectan al país, es decir, veremos la sociedad americana más que a los propios partidos.
Los candidatos que realmente están compitiendo en escena son el republicano Donald Trump y los demócratas Hillary Clinton y Bernie Sanders, con la posible candidatura de Michael Bloomberg entre bastidores como independiente. En los medios destaca sobre todo Trump, con su “vigorosa” campaña, definido por sus adversarios como populista y reaccionario, cuando no incluso de fascista. Acusaciones que se deben a lo que se considera su caballo de batalla, la lucha contra los musulmanes e inmigrantes. A pesar de ello, Trump aparece como favorito en la carrera interna de su partido y se considera como una amenaza real para la candidata del aparato demócrata, Hillary Clinton.
Trump es un multimillonario cuyas empresas económicas van desde el sector inmobiliario, que ya hizo rico a su padre, hasta la televisión y una serie de negocios en diversos ámbitos. Políticamente se ha bandeado alternativamente con demócratas y republicanos, llegando a participar incluso en las primarias de un tercer partido en el año 2000, el partido de la Reforma (fundado por otro millonario, Ross Perot), para luego volver al Gop (partido republicano) y presentarse a las próximas elecciones presidenciales.
Esta volubilidad política parece no influir negativamente en su campaña, y la razón probablemente sea que se presenta como alguien que está sustancialmente fuera del aparato, que representa el pensamiento real del pueblo y su desilusión ante la política y los políticos. En el fondo, este era también el mensaje de Perot cuando fundó su partido. Sus adversarios le acusan de hablar a las “vísceras” del electorado, unas vísceras evidentemente indiferentes del todo a los mensajes que profesionales y políticos dirigen a sus “cabezas”. Además, los problemas denunciados por Trump son totalmente reales, aunque no se compartan sus tonos ni las discutibles soluciones que propone.
Bernie Sanders parece ser el opuesto de Trump. Hijo de inmigrantes polacos judíos, no es millonario sino un político de carrera y se define como socialista. Alcalde de Burlington desde 1981, en 1991 entró en la Cámara de Representantes y en 2006 en el Senado, donde milita en el grupo demócrata, aunque se presenta a las elecciones como independiente. Sanders presta especial atención a los problemas de las clases menos pudiente y a favor de una mayor intervención del Estado, por ejemplo, defendiendo el sistema llamado de ´single-payer´ para la asistencia sanitaria, un sistema que copia el esquema europeo, totalmente opuesto a las compañías aseguradoras y a las sociedades farmacéuticas. Sanders ha puesto en el punto de mira a Wall Street, denunciando que su desenfrenada codicia, junto a la de las grandes empresas, “está destruyendo el tejido de nuestra nación”.
Según Sanders, el gobierno debería gestionar Street, y no al contrario, como sucede ahora. En su programa se prevén numerosas intervenciones en este sentido, entre ellas una versión actualizada del Glass-Steagall Act, cuya cancelación bajo la presidencia de Bill Clinton llevó a la asociación fatal entre bancos de crédito ordinario y bancos de negocios. Otro punto significativo es el desmantelamiento del ´too big to fail´ mediante la disgregación de los grandes conglomerados bancarios. Sanders denuncia la peligrosidad de un sistema donde los seis mayores bancos emiten más de dos tercios de las tarjetas de crédito en circulación y gestionan más del 35% de los seguros, más del 95% de todos los productos derivados y más del 40% del total de los depósitos bancarios. Su patrimonio equivale casi al 60% del PIB de Estados Unidos.
La aparente paradoja es que, partiendo de opciones casi opuestas, tanto Sanders como Trump están consiguiendo la atención de las clases medias y trabajadoras, decepcionadas por la política y escépticas con el sueño americano, probablemente debido a su situación ajena al establishment.
Mucho más cercana al establishment está en cambio Hillary Clinton, que se sitúa en una continuidad sustancial con las dos legislaturas demócratas previas, los ocho años de su marido Bill Clinton y los otros ocho de Obama. Sin embargo, Clinton debe afrontar serios problemas derivados de haber utilizado un asistente personal durante su mandato como secretaria de Estado, con la acusación de haber puesto en peligro la seguridad del Estado. Un auténtico torpedo cayó el pasado viernes, tres días antes del comienzo de las primarias, con el comunicado del Departamento de Estado, hasta ahora muy prudente sobre este caso, donde se afirma la existencia de documentos calificados como secretos en los ficheros gestionados por su asistente privado. Clinton también puede acabar en jaque por un posible conflicto de intereses por haber tratado durante su cargo con financiadores de la Fundación Clinton. La bien remunerada actividad de conferenciante, suya y de su marido Bill, está ahora bajo la revisión de los observadores y suscita perplejidad también en los ámbitos de su partido.
En este escenario se sitúa la posible entrada en escena de otro millonario, Michael Bloomberg, que según Forbes sería el 14º hombre más rico del mundo, con un patrimonio de casi cuatro veces el atribuido a Trump. Bloomberg, como Sanders, nació en una familia de inmigrantes judíos, pero de origen ruso, y como Trump empezó como demócrata para luego pasarse a los republicanos, con los que fue elegido alcalde de Nueva York (2002-2014), para luego hacerse independiente.
Bloomberg ha decidido esperar a principios de marzo si se presenta como candidato independiente, después de que se obtengan las primeras indicaciones sobre la marcha de las primarias. De hecho, parece que Bloomberg entraría en la competición para oponerse a Trump y Sanders, pero renunciaría a la carrera si la candidata demócrata fuera Hillary Clinton. Una confirmación de que para el establishment Sanders representa una amenaza superior a la de Trump.