Triunfalismo, pesimismo y realismo
Se puede criticar y hacerlocontundentemente. Cuidado, sin embargo, con demoler la estructura que ahora seve bien construida. Lo que vivimos y padecemos es el vórtice de un remolino quelos mismos venezolanos creamos y luego, voto a voto, consolidamospersistentemente.
Por una parte podría ser peor, si laineficiencia y la corrupción no fuesen una tara de este gobierno de funestos einsensatos planes e inmensos recursos, ya la destrucción de Venezuela sehubiera cumplido.
La clase media que forma la médula dequienes queremos superar esta situación parece creer que el heroísmo civil aque nos llama este propósito (lo que Franklin Brito mostró hasta inmolarse)reside en interminable emisión y repetición de mensajes de internet ycelulares. "Borra los remitentes y usa el CCO", dicen como si estebalbuceo vacuo constituyera verdaderamente un temible instrumento político. Lasúltimas predicciones de los astrólogos, rumores, falsas noticias, entre otrastonterías, congestionan buzones, desinforman, DISTRAEN. ¡Vaya heroísmo, repetir"cadenas" a menudo elaboradas en los laboratorios cubanos delrégimen! La catarsis en este caso implica muchos de los inconvenientes quePlatón denunciaba, evacúa nuestra fuerza, es un sedante.
El paso del 7 de octubre no es ELdesenlace de esta ya prolongada historia:es una etapa en la necesaria consolidación de una postura seria frente alporvenir de Venezuela. No se trata solamente de ganar las elecciones, se tratade afirmarnos en un camino que pasa por obtener votación respetable y obtenerlapor el acierto de las ideas y la articulación de voluntades. El oportunismo,los infiltrados saboteadores y venales politiqueros los damos por descontados,ahí estarán pero también ¡Por favor! Demos por descontados los arrojados,altruistas y positivamente habilidosos que también están. Y transmitamos unamoral que lleve a cada uno a hacer lo que modestamente puede: contra esta moralno toleremos nada; evitemos transmitir la desmoralización.
Nunca faltarán los avisados que, sinquerer queriendo, siembran la desbandada como únicaopción al triunfalismo. Se los distingue por la sonrisita autosuficienteconque, en los medios, aparecen propalando terribles presagios. También los doypor descontados.
El desánimo, el cinismo, el pesimismo, noson lo opuesto al triunfalismo, y no necesitamos ninguno de éstos. ¡Faltabamás!
BernardoMoncada Cárdenas, arquitecto y presidente de la Asociación UNIVERSITRAMA