¿Trabajar para vivir o vivir para trabajar?

Sociedad · Giorgio Vittadini
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1 junio 2022
Si hay un punto de ruptura en el “paradigma tecnocrático” que domina las economías occidentales, un ámbito donde los seres humanos necesitan volver a empezar a mirarse a la cara, mirarse por dentro y tratarse de manera más humana, es el trabajo.

Empezando por reducir los costes y ser competitivos, a menudo se opta por la vía de aumentar la presión sobre el personal. No es algo que afecte solo a los sectores en crisis sino una tendencia general desde hace tiempo. Una empleada de banca, valorada y entregada a una labor que le gusta, para la que ha estudiado y por la que recibe un salario adecuado podría parecer una de esos jóvenes que ha encontrado su lugar en el mundo laboral. Luego te enteras de que sale de casa a las cinco de la mañana, vuelve a las ocho de la noche y después de cenar tiene que trabajar un rato.

Aunque esta pueda ser una excepción, no lo es entre los jóvenes abogados, arquitectos, consultores que trabajan hasta las once de la noche sin recibir compensación por sus horas extra. Es como si el horario laboral tuviera que alargarse hasta el infinito, sobre todo para los jóvenes, reduciendo al mínimo el tiempo dedicado a la vida personal y familiar.

Las mujeres que quieren casarse y tener hijos son otro sector donde se palpa esta deshumanización en el trabajo. Una amiga iba a firmar un contrato indefinido con una empresa pero al mencionar que tenía previsto casarse pronto el contrato se paralizó. Otra amiga que trabaja en banca se encontró, al volver de la baja de maternidad, que la habían colocado en un rincón, dejándola al margen de todos los proyectos que llevaba antes. Es un caso claro de mobbing, pero no es una excepción, sino casi una regla.

Parece que en muchas empresas creen que el trabajador no debe tener vínculos fuera del trabajo, relaciones estables, hijos, actividades sociales, culturales o recreativas. Todo se justifica por la competencia, ¿pero es realmente cierto que un sistema donde los trabajadores viven bajo presión es más competitivo? Da que pensar, por ejemplo, el aumento de los contratos finalizados debido a la renuncia del empleado. Según Jonathan Malesic, autor de “The end of burnout”, se está abriendo paso el deseo de trabajar menos aunque sea ganando menos con tal de vivir mejor. Lo que para muchos es una obligación, para muchos se está convirtiendo en una opción.

Este fenómeno que la pandemia ha disparado dice también que los buenos sueldos, los contratos interesantes y las perspectivas de carreras prometedoras han impedido que muchos pudieran vivir el trabajo en cierto modo como un instrumento de realización personal y social. Otra señal de deshumanización del mundo económico que deja a un lado el trabajo es la relación entre renta laboral y renta capital, un tema que habría que monitorizar y comunicar mejor.

Los estudios muestran que la desigualdad ligada a la renta laboral va en aumento. Al mismo tiempo, la cuota de renta capital (derivada de beneficios, dividendos, intereses, alquileres y plusvalías) ha crecido en muchos países y es más elevada entre los más pudientes. El filósofo político Michael Sandel observa que “cuantas más son las cosas que el dinero puede comprar, menos ocasiones hay para que la gente que vive diversas experiencias vitales pueda encontrarse con otra gente […]. La democracia no requiere una igualdad perfecta, pero sí que los ciudadanos compartan una vida en común”. La desigualdad, cuando es fuerte, amenaza el sentimiento de identidad común, de camino compartido, afecta a la confianza, que es fundamental en cualquier sociedad.

Un tercer aspecto es la gran división del mundo entre los que tienen el trabajo asegurado, con privilegios obtenidos en los años de abundancia, y los jóvenes, que trabajan durante años con salarios insuficientes y contratos a tiempo parcial, en situaciones totalmente precarias que les imposibilitan construirse una vida estable. ¿De verdad que es imposible garantizar un crecimiento donde la persona, y la totalidad de su vida, se considere como un recurso?

Tal vez el mundo empresarial pueda recibir ciertas sugerencias de un sector que tiene un comportamiento anti-cíclico y que sigue creciendo, el no lucrativo. Un dato que los expertos explican con el hecho de que sigue una lógica distinta del sector lucrativo, una lógica que es solidaria y comunitaria. No es que quiera dar una palmada en el hombro a todo el sistema capitalista y sus lógicas, pero sí se podrían introducir ciertos elementos que puedan sugerir otra manera de entender la empresa económica y el beneficio.

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