Toca trabajar juntos
El viernes pasado Albert Rivera y Pablo Iglesias protagonizaron un debate electoral en la Universidad Carlos III de Madrid, moderado por el periodista Carlos Alsina. El debate, organizado por la Asociación de estudiantes Demos, estaba abierto a todo el que quisiera ir y congregó a miles de personas, muchas de las cuales quedaron en la puerta.
Los estudiantes hicieron cola desde tres horas antes para poder presenciar el primer debate entre candidatos a la Presidencia del Gobierno celebrado en la Universidad. Muchos no fueron a clase, renunciaron a horas de estudio o de sueño. Durante la espera para entrar se respiraba ilusión, el tema de conversación era el mismo para todos, leían programas electorales rápidamente o discutían entre ellos sobre la ausencia del presidente del Gobierno y del líder de la oposición. Otros hablaban de futuro, se preguntaban unos a otros sobre las propuestas de los partidos o sobre qué pedirle a la política. Hacía mucho tiempo que no se veía a los jóvenes ilusionados por la política, queriendo participar activamente del momento histórico que estamos viviendo.
El debate en sí mismo ha sido una prueba de que España ha cambiado. Sin pactar preguntas, con público aplaudiendo o desaprobando cada propuesta de los candidatos y sometiéndoles a sus propios interrogantes.
Albert Rivera insistió en la necesidad de construir un proyecto común para España y de firmar un pacto nacional por la educación, materia que cobra gran protagonismo en el programa de Ciudadanos. Los dos han citado la Transición como modelo a seguir en cuanto al consenso alcanzado para lograr el bien de todos, los avances democráticos, los derechos sociales y la descentralización del poder. Aunque a medida que avanzaba la conversación se fueron olvidando de este ideal de consenso y de dialogar con el otro para construir juntos. El tono del enfrentamiento y los reproches recordaban mucho a los debates que estamos acostumbrados a ver.
El público aplaudía las grandes propuestas: reducir el desempleo, luchar contra el fraude fiscal, bajar impuestos a la clase media y subirlos a las rentas más altas, reforma del marco laboral, impulsar el emprendimiento o subir el salario mínimo; más después de tantos años de crisis. También en materia de educación: ampliar la educación pública, más igualdad entre Comunidades Autónomas, invertir en formación y motivación del profesorado, garantizar la enseñanza del inglés y las lenguas cooficiales o apostar por las asignaturas de humanidades eran algunas propuestas que pusieron sobre la mesa.
Pero a tres semanas de las elecciones falta mucho por concretar; estos discursos no se traducen en medidas concretas y realistas a la hora de llevarlas a la práctica. Lo que sí parece claro, como dijo Rivera refiriéndose al pacto anti-yihadista al que acaba de sumarse, es que ahora toca trabajar juntos pensando más en el bien de España que en los beneficios partidistas.
Los dos aciertan al pasar parte de la responsabilidad a los jóvenes y a toda la sociedad civil. También nosotros tenemos que dialogar, que ser protagonistas de este momento histórico. De hecho, de este diálogo social han nacido estos dos nuevos partidos. Pero también tenemos que exigírselo a ellos, para que, como decía el presidente Suárez, “lo que es normal en la calle lo sea en las instituciones”.