Tierra de terror, tierra de persecución

Cáritas Internationalis ha hecho llamamientos a la comunidad internacional "para no descuidar a millones de personas que padecen hambre en el país asiático". Inundaciones, un duro invierno, la infraestructura agrícola deficiente y el aumento de precios de los alimentos han dejado a dos tercios de la población total (24,5 millones de personas) sin alimentos suficientes.
Naciones Unidas investiga en este momento uno de los mayores atentados contra los derechos humanos que se producen en el planeta: hay indicios muy fiables de que en el país hay prisioneras más de 200.000 personas en campos de reeducación, llamados kwanlisos. Son una especie de gulags para aquellos que se muestran críticos. Las extremas condiciones en las que viven los reclusos provocan que uno de cada cuatro mueran. Muchos de los detenidos no han cometido ningún delito, y su única "culpa" es estar vinculados a personas consideradas desleales al régimen. Enfermedades como la neumonía y la tuberculosis están muy extendidas, pero no hay tratamiento médico para los prisioneros. Se ven obligados a trabajar enfermos y, si no son capaces de trabajar, son enviados a los sanatorios a esperar la muerte. También son frecuentes las torturas, violaciones y ejecuciones extrajudiciales. Entre los privados de libertad hay 40.000 cristianos por el solo hecho de afirmar su fe. Para evitar la persecución los cristianos de Corea del Norte han tenido que crear las llamadas "iglesias domésticas".