Tiempo de demagogia

La reforma de las pensiones, la reforma del mercado laboral y la reforma de la negociación colectiva se han quedado a medio camino y así se van a quedar. La reforma del sistema financiero depende del éxito o del fracaso de la salida a bolsa de los nuevos bancos creados por las cajas. Lo tienen difícil. El presupuesto para 2012, con el objetivo de una reducción del déficit del 4,4 por ciento, se prepara sobre la base de un incremento del PIB del 1,6 por ciento, cifra absolutamente irreal. El sistema de financiación de las Comunidades Autónomas hace aguas por todas partes, en especial en su capítulo sanitario.
¿Pero a quién le importa que el presupuesto no cuadre? Desde luego no al Gobierno que no va a tener que ejecutarlo. Si Zapatero se empeña contra todo y contra todos en no convocar en octubre lo único importante es arrancarle el apoyo al PNV. La encuesta que publicaba el domingo El País certificaba que el PP sigue a más de 14 puntos del PSOE y que no existe efecto Rubalcaba. Mientras el euro se tambalea y la incertidumbre domina el panorama económico, Alfredo P. se lanza por la cuesta de la demagogia. Carga contra los bancos, se dispone a usar el canon digital a conveniencia y anuncia 8.000 millones para Sanidad, cacahuetes.
En el horno, tres leyes nocivas: la de muerte digna, eutanasia por la puerta de atrás; la de igualdad de trato; y la que puede convertir al fiscal en juez instructor. Herencia de un zapaterismo nefasto. Alguien tendría que empezar a explicar la gravedad de la situación y el esfuerzo necesario para una auténtica reconstrucción.